La tendencia adoptada por los dos bloques más representativos de la democracia de Occidente de resignar su soberanía económica en pro de opciones más atractivas para el público de corta vista parece indicar el final de una era.
Empecemos por Estados Unidos, que entregó una importante porción de su aparato productivo a China, tentado por costos más baratos a pesar de que China no tenía un régimen laboral justo, su economía no estaba controlada por las fuerzas de libre mercado, no cumplía con normas de competencia justa y su estado es una autocracia comunista. A Estados Unidos le convenía. Aportaba a su economía productos más baratos y en enormes cantidades para satisfacer un mercado sediento y exigente. Después los chinos ofrecieron tecnología, barata, suficiente y de avanzada en todas las industrias. De repente llegó la pandemia, la disrupción de la cadena de suministro y el fracaso de la política de “just on time”. Ahora USA corre contra el tiempo para reestablecer su oferta y supremacía como proveedor global confiable.
De otro lado, en Europa, la historia vino por el cambio climático. Había que reemplazar las fuentes de energías fósiles para volverse más verdes porque los polos se derretían. Extrañamente, decidieron comprarle todo a Rusia, pero no energía verde, sino carbón y gas porque estaba más cerca y por lo tanto era más barato para alimentar sus plantas eléctricas y deshacerse de las nucleares, tan mal vistas. Pero no se dieron cuenta que el oferente tenía intereses distintos: dirigía una autocracia corrupta, ajena a los valores occidentales, sufriendo de delirio de persecución y armada de “nukes” hasta los dientes. Hoy Europa nuevamente pone al planeta en una situación de riesgo creíble hacia una guerra total.
¿Qué hizo mal Occidente? En ambos casos se dejaron tentar por argumentos facilistas sin analizar las posibles desventajas. Claro, estaban muy ocupadas lidiando con las ventajas naturales de las democracias: otros partidos políticos, la independencia de los poderes, la libertad y los casi ilimitados derechos y exigencias de sus habitantes. USA se apresta a cometer el mismo error cuando busca comprar petróleo de Venezuela, otra autocracia que desafía los valores más apreciados de Occidente.
El mundo busca un equilibrio de poder que debe resultar en una sociedad más próspera: el sistema que ofrezca la mayor confianza en el largo plazo se alzará con la conquista. Habrá que considerar poner los huevos en más canastas, vigilar los excesos de las libertades para que no nos hagan daño, y reevaluar los valores que mueven a nuestros aliados de negocios y de comunidad. No hacerlo es exponer a la humanidad a ser dominada por sistemas no inventados, o peor aún, sistemas ya fracasados.