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¿Qué pasa en Cali? (II)

El paro continúa. Van 12 días de manifestaciones, y bloqueos, pero también de actos de vandalismo y violentos enfrentamientos con la Fuerza Pública que han dejado demasiados muertos y heridos de ambas partes. Cali sigue siendo la ciudad donde la confrontación es más intensa. ¿Cómo fue posible que llegáramos a esta situación y que se prolongue tanto? La semana pasada plantee algunas hipótesis que hoy quiero complementar.

Ante todo el contexto social. El director del DANE presentó esta semana las cifras de la pobreza y la desigualdad en Cali, y los resultados del impacto de la pandemia en la ciudad son aterradores. En país de ciegos el tuerto es rey, y a comienzos de 2020 la situación de Cali era menos mala que el resto del país, con una tasa de pobreza del 21.9% frente al 35.7% nacional; en pobreza extrema los porcentajes eran 4.7 y 9.6, respectivamente; y en el índice de desigualdad 0.46 y 0.52. Entonces llegó la pandemia y todo empeoró en el país: la pobreza nacional llegó a 42.5 (un aumento de 7 puntos) y 3.5 millones de personas se volvieron pobres (un aumento del 20%). También se agrandó la desigualdad medida por el índice de Gini, que pasó de 0.52 a 0.54, volviendo a los niveles de principio de siglo.

Lo que en el país fue tormenta, en Cali fue huracán. La tasa de pobreza aumentó 15 puntos (el doble de la nacional) llegando a 36.3, y el número de pobres aumentó 67%, es decir, más del triple de lo que pasó en el país. Otro indicador alarmante es la pérdida de ingresos de los más pobres: mientras que en el conjunto del país fue del 24%, en Cali fue del 50%.

No hay explicación clara de estas diferencias, sobre todo porque los aumentos del desempleo si han sido similares. Lo que es evidente es que un deterioro de esta magnitud, así sea en la capital del cielo, es el caldo de cultivo más propicio para la explosión social. En cuanto a la prolongación del paro, confluyen dos factores: de una parte, grupos criminales de todas las tendencias que han infiltrado la legítima protesta para crear caos y zozobra; y de otra, la lenta y tardía respuesta del Gobierno tanto para atender los justos reclamos de la población, como para enfrentar con más inteligencia y menos violencia los desmanes y el vandalismo.

Dos ejemplos de la equivocada respuesta oficial. Si el Gobierno no se hubiera demorado 5 días en retirar la reforma tributaria y hubiera llamado al diálogo desde el principio, el paro no habría tenido tanto combustible para continuar. Si en lugar de enfrentar con la fuerza los bloqueos en la ciudad y en las carreteras, cuando ya se han formado, se identifican con inteligencia los sitios donde se van a producir y se impide que se formen, se evitarían muchos muertos y heridos.

*Economista.

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