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Qué esperar de la cultura

El reciente cambio en la dirección del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC) ha dado lugar a una serie de comentarios y expectativas, la mayoría expresando unas esperanzas o deseos de que se dé un viraje en los objetivos y prioridades de esta entidad. Algunas de las expectativas que se escuchan tienen que ver con la necesidad de visibilizar, fortalecer y apoyar las distintas manifestaciones de todo ese enorme potencial cultural que hay en toda la ciudad, partiendo del hecho, compartido ampliamente, que el rol desde la administración hacia la cultura es el de fortalecer todas las formas de expresión, el de propiciar la reflexión sobre quiénes somos, qué representamos como seres humanos, cómo estamos asumiendo la tarea de fortalecer el tejido social y hacia dónde avanzamos como colectividad.

Sin una labor claramente orientada a estimular todas las formas que asume la cultura en nuestra sociedad, seguiremos ahondando ese vacío, esas rupturas, esas ausencias que vamos encontrando en una Cartagena cada vez más fracturada, segmentada y polarizada.

Para muchas personas el panorama que tenemos hoy en la ciudad, respecto a fenómenos como la polarización, la incapacidad de reconocer al otro, de trabajar en equipo o en grupo, de avanzar en la construcción de unos horizontes de ciudad viables y posibles para todos, radica en los bajos esfuerzos que se han venido haciendo en el propósito de darle fuerza a las distintas manifestaciones de la cultura que hoy conviven en la ciudad, en otros términos, en la perpetuación de formas de exclusión y discriminación, donde ya sabemos quiénes son los perdedores.

¿Qué tiene que ver la forma de reconocer y potenciar nuestras expresiones culturales con fenómenos como la violencia contra niños, niñas y adolescentes, con la violencia sexual, con el machismo, el racismo y en especial con la corrupción, que para algunos ya penetró nuestra cultura y entró a hacer parte de nuestro ADN como sociedad?

Si como dijo algún autor, “la cultura es lo que nos hace seres humanos”, también podríamos afirmar que es lo que nos hace seres sociales y esta debe ser la prioridad desde el sector público y privado, apoyar todas aquellas expresiones de la cultura viva de una sociedad que contribuya a hacer más factible, grata y reconfortante la convivencia; de lo contario, no hacerlo en esta dirección es fortalecer todas aquellas manifestaciones que nos alejan de nuestros semejantes, del colectivo social al cual pertenecemos y entramos a hacer parte de ese caos enorme que son las grandes ciudades, a las cuales creo que aún no pertenecemos.

Es sensato esperar que se abran oportunidades para fortalecer ese rico acervo cultural de una ciudad que no se termina de construir, pero que ha venido recogiendo lo mejor de la humanidad en sus casi cinco siglos de existencia.

*Sociólogo.

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