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Promesas de la productividad

A Petro siempre le ha ido bien cuando lo atacan. Estira su cuello, levanta la barba y se defiende con altivez, porque las preguntas siempre adolecen de alguna omisión que él usa a su favor; lleva años haciéndolo. Cuando pase la crisis del paro y empiece la campaña presidencial, los periodistas de derecha volverán a presentar a Petro como un monstruo, y él volverá a salir airoso.

Pero cada vez que puede, Petro sale con la bandera de la productividad izada y nadie le pregunta nada, porque no tiene que ver con lo que él es temido: la expropiación y la persecución a los ricos. Saca la bandera como si fuera un lugar común de la economía -como la inflación o el endeudamiento-, mientras insinúa que el estado actual es sistemáticamente improductivo con el propósito expreso de perjudicar a los pobres y beneficiar a los ricos.

A Vicky Dávila le dice que «lo que genera riqueza es el trabajo y la producción», que resuena con las peroratas del Che Guevara -otro obsesionado con la producción- cuando era ministro de las Industrias de Cuba: «El hombre realmente alcanza su plena condición humana cuando produce sin la compulsión de la necesidad física de venderse como mercancía», y lo decía mientras iba quebrando a las industrias y al campo también. Así se quebró la Unión Soviética en su afán de producir más misiles nucleares que los Estados Unidos, y produjo en masa los deslucidos camperos Lada, que nos llegaron de sobras en los ochenta, y, sin ningún sentido comercial, produjo los aviones Tupolev, que nadie nunca compró; inclusive, obligados por la productividad, el Politburó pedía cuotas de caza de ballenas (la parte ambiental no era un tema), así se pudrieran luego, porque no había quien comprara sus derivados, o su carne.

Todo esto para decir que la productividad de nada sirve, inclusive acompañada de tecnología e ingenio, si no se tiene en cuenta el mercado. Pero este es un concepto por el cual Petro tiene un particular desdén (como lo mostró en su Alcaldía), o como lo mostró la URSS. Petro evita usar la palabra mercado, aunque es necesaria para explicar que Colombia sufre de una economía de mercancías (commodity), y por eso él se escabulle con el simplismo de que tenemos una economía extractivista. Los que realmente generan riqueza (y la libertad que tanto le preocupaba al Che) son los productos de valor agregado: para venderlos se necesita, ante todo, un profundo conocimiento del mercado. Pero el mercado es abstracto y caprichoso, y Petro no es una persona que se sienta cómoda cuando no tiene el control.

PD. Que alguien le diga a Petro que desde hace más de 200 años no hay una sola revolución que haya sido exitosa: ser revolucionario no es admirable.

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