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Perspectivas inciertas

La situación social y económica de Cartagena en estos últimos años, en especial desde la pandemia de Covid-19, ha llevado a concentrar gran parte de la atención y de la preocupación por los pobres, y dentro de ellos los que viven en condiciones de pobreza extrema. Ello es justo, lógico e imprescindible; pero es conveniente llamar la atención sobre un factor que estimamos fundamental, como es el deterioro y destrucción de la clase media en la ciudad, pues existen múltiples evidencias de que este segmento social se viene deteriorando, descomponiendo y debilitando, lo que va a tener enormes repercusiones en todos los ámbitos de la sociedad a mediano y largo plazo.

Esta preocupación tiene que ver con lo que para las ciudades y naciones ha significado la formación y el crecimiento de su clase media. Algunas de las funciones que se le asignan a la clase media es que es un motor para el crecimiento económico, para el desarrollo de iniciativas y emprendimientos, para la creación y transformación de sectores industriales y agropecuarios; pero también se enfatiza en otra serie de valores que en distintas naciones se le reconoce como el papel jugado en la difusión y consolidación de la educación, del ahorro y en el reconocimiento de la democracia como el contexto ideal para su expansión. Además de estas características existe cierto consenso sobre el papel cohesionador social de la clase media, lo que incide en determinados niveles de solidaridad, bienestar y cooperación social.

La clase media está fuertemente relacionada con diversos factores, que a su vez se interrelacionan, se retroalimentan y convergen en hacer sociedades mas justas, equilibradas y prosperas. En los países con mayor clase media existen altos niveles de confianza social y comunitaria, de optimismo en el futuro, de expansión económica, de expansión cultural y de credibilidad en las instituciones. A su vez se observan mayores niveles de satisfacción personal y una actitud generalizada hacia el optimismo.

Algunos estudios consideran que la clase media es muy sensible a la inseguridad material, a considerar negativo el futuro a mediano plazo, a las crisis económicas, a la falta de condiciones institucionales para su crecimiento o funcionamiento. A no poder dar a sus hijos una buena educación y a no superar las condiciones económicas de sus padres.

Lo que observamos hoy en la ciudad tanto en cifras como la seguridad, el acceso a la universidad, a empleos de calidad, a los niveles de consumo y a otra serie de condiciones, es que hoy nuestra clase media se mueve entre la angustia y la desesperanza, entre el creer en un mejor futuro y la desconfianza sobre este, incluso en valorar seriamente el buscar horizontes en otras ciudades de la región y del país. Espero sensatamente estar equivocado en las perspectivas que señalo, pero si no es así el futuro de la ciudad no solo será más incierto, sino más inseguro, en todos los aspectos.

*Sociólogo.

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