Hace unos días un colectivo de organizaciones sociales se pronunció reclamando al secretario de Planeación Distrital, por el incumplimiento de su afirmación de que en el mes de agosto se publicaría el diagnóstico del Plan Especial de Manejo y Protección del Centro Histórico (PEMP), propuesta hecha a finales del mes de julio pasado.
Es posible que ese incumplimiento demuestre el “nulo interés de avanzar en el PEMP”, como lo afirma en un comunicado el colectivo; pero también puede responder a otro conjunto de circunstancias, como las dificultades para concertar y concretar las propuestas recibidas o que se quieren incluir en el mismo, de disponer de todos los instrumentos y documentos que exige un PEMP, de no tener de la información que deben suministrar otras instancias públicas, de las presiones de sectores privados por incluir algunas propuestas que convengan a algunos actores, a las limitaciones del equipo de trabajo, como a la falta de liderazgo y decisión para presentar públicamente este diagnóstico.
Lo esencial es que, hasta este momento, casi nadie asegura que el PEMP estará listo para octubre del próximo año, cuando existe el compromiso institucional de entregarlo a la Unesco como parte de las respuestas de la ciudad a diversos requerimientos, en especial de este mismo organismo. Lo grave no es solo lo que pueda ocurrir con la Unesco respecto a la declaratoria de la ciudad como patrimonio cultural de la humanidad, sino lo que puede seguir sucediendo con el Centro Histórico, en especial con las razones que generaron ese reconocimiento.
Para algunos la ‘amenaza’ de la Unesco por retirar el reconocimiento patrimonial no es lo grave, sino que se aceleren las condiciones que vienen degradando nuestro Centro, como los cambios en los usos de los inmuebles, la alteración y transformación de la estructura, cubiertas y accesos de edificaciones patrimoniales, y en particular la desaparición de sus residentes, que han sido un factor determinante para la protección y conservación del mismo Centro.
Los residentes tradicionales son quienes dan sentido a un espacio urbano, quienes perpetúan las relaciones, usos y formas de apropiación del lugar habitado, quienes prolongan el sentido que los espacios tienen en una ciudad.
El PEMP es para lo anterior. No es un capricho ni una imposición del Ministerio de Cultura; es un instrumento y guía para proteger aquello que como sociedad convenimos se debe perpetuar.
Es posible que lleguemos a tener el peor PEMP, pero es algo, es por lo menos un punto de partida para ir mejorando. No tenerlo es perpetuar la desconfianza, la incertidumbre, la incredulidad en las instituciones, es reafirmar nuestras incapacidades como sociedad de respondernos a nosotros mismos. Estaremos pendientes de Planeación.
*Sociólogo.