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Para qué la educación

Ya hace muchos años se fue llegando a una especie de consenso en que la educación no es un fin por sí mismo, sino un medio o una estrategia para llegar a otros fines, y la pregunta trascendental que se hicieron en diferentes ambientes e instituciones fue sobre esos fines a los cuales debería conducir la educación. La respuesta la seguimos viendo y constatando cada día en algunas naciones, con resultados que en unos casos se envidian y en otros se lamentan. Los casos más mencionados en los últimos años son los de Corea del Sur y Singapur, en Asia, y la de los países nórdicos en Europa. Mucho antes y en distintas regiones del mundo se venían introduciendo reformas desde el Estado, sobre los alcances y métodos educativos, y si bien en este último se han dado transformaciones significativas, lo que en ultimas ha dado los resultados que hoy muchas naciones exhiben con orgullo, fue que siguió siendo el objetivo, la pregunta acerca de qué querían lograr con la educación. Una de las preocupaciones que observamos en nuestra ciudad es la baja reflexión o discusión sobre el para qué queremos avanzar en educación o, en otros términos, qué queremos lograr en el corto y mediano plazo con nuestros niños y adolescentes. Sobre esto debemos lograr unos acuerdos básicos o mínimos, pues muchos de los demás aspectos se pueden ir definiendo, si es del caso, en el camino; pues la educación o los contenidos de ella no son una norma inflexible, un dogma o unos códigos inmodificables.

Aquí tenemos un reto, pues parece que nos acostumbranos a pensar que nada se puede cambiar cuando se logran unos acuerdos básicos sobre temas esenciales para la sociedad. Si no tenemos la capacidad de evaluar, revisar, ajustar y reorientar, seguiremos lamentándonos del genocidio que hicieron los españoles hace 500 años en nuestro territorio, mientras el futuro nos pasa de frente sin posibilidad de verlo y menos aún de incidir en él.

Lo particular es que hay una enorme cantidad de temas a revisar, relacionados con la educación, que se nos van de la mano y nos está pasando como los sabios de Bizancio, que discutían sobre el sexo de los ángeles cuando su ciudad era sitiada por los Otomanos. Tenemos una profunda obligación ética y moral con los niños que hoy están pensando volver a sus colegios. Con toda esa población de 3 a 17 años que va a retornar a sus clases y nosotros seguimos enfrascados en temas secundarios o relativamente inútiles para el mundo que les espera en poco tiempo. El mundo, tanto local como global se está transformando y no nos queremos dar cuenta. Vamos, como se está demostrando, a un mundo que en el año 2030 (o sea dentro de 8 años) el 30% de los empleos que se demandarán no se han inventado todavía. ¿O alguno piensa que el mundo en unos 8, 10 o 12 años va a ser igual al que hoy tenemos? Como sociedad estamos aumentando la cuenta de cobro que algún día nos van a pasar las nuevas generaciones. ¿Qué nos propone para este año Fecode y sus organizaciones locales?

*Sociólogo.

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