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“Ni inepto, ni corrupto: un provinciano”

Solo es como nos sentimos, con o sin tilde, es la orfandad del cartagenero. En la rendición de cuentas no se entiende cómo pueden sacar pecho por los resultados. En casi un cuatrienio de desesperanzas, tu papá dice querernos, bien por lo del recaudo, pero para dar limosnas a los pobres cuando ha debido darles oportunidades. Solo cuatro CAP y una IE, cuando el resto se caen a pedazos. Reparcheo de vías y la movilidad truncada. Por supuesto que en la rendición de cuentas algo había que mostrar. El papel lo resiste todo. Pero la realidad es tozuda, ¿sacar pecho?, ¿de qué? Por Dios, tu papá nos ama, pero con el rejo y el castigo de la negligencia. Cartagena es un caos total. Dando permiso para todo lo que no está permitido y obstáculos para lo que debe ser el normal funcionamiento de una urbe. Todo está mal. Trato de coger el rábano y no es posible. Movilidad: a cero por minuto, inseguridad a 1.000 por minuto. Las vías parecen salidas de una película de la posguerra. El ensordecedor ruido día a día que no permite ni el estudio, el trabajo y mucho menos el descanso. Solos y asolados por la ausencia de administración. Hoy el pico y placa, los días con o sin motos, me recuerdan el tiempo de las varias cuarentenas en pandemia, nadie sabía ni entendía qué género con qué pico de cédula iba o no a realizar el mercado o por lo menos ir al baño. Qué locura. Transcaribe, oh confusión, se parece al juego encuentre el tesoro. Un día esta ruta y el día siguiente otra ruta, un día sin pagar, otro día con tiquete. Conducir las calles de Cartagena es un reto a la vida. Mejor dicho, salir ileso cada día es un éxito. El descalabro de Transcaribe de quien escribe se sentía orgulloso por su calidez, rapidez y optimización del tiempo en buses otrora tranquilos y limpios, hoy parecen como las inspecciones de policía, hacinamiento y violación de las mínimas reglas sociales de convivencia. Permisos para fiestas escandalosas, ¿quién da los permisos? Resulta que ni la administración ni los habitantes saben, pero quienes hacen los eventos tienen todo en regla. Brujería. Pues así, es todo. ¿Obras? Brillan en el firmamento mas no en la tierra, parodiando a Italo Calvino en “el Caballero Rampante”, no se creó ni una sola obra. Todo lo que pudo haber generado empleo formal calificado y no calificado, le hubiera permitido a la ciudad más vías, industria, comercio, escuelas y menos deserción educativa. Y, por supuesto escalar al ciudadano en posiciones sociales y económicas. Estancando o deteniendo a la empresa formal y a la industria no es la forma de salir del hueco.

Cada día son más los videos “virales” de extranjeros hablando pésimo de Cartagena, narrando la realidad quienes vienen de visita y otros a quedarse en intercambios académicos y otros tantos a instalar sus negocios en la ciudad, pero la inseguridad, el escándalo, el microtráfico de todo tipo los ahuyenta. Cartagena, 2020-2023, será recordada por un tractor que arrasó con toda esperanza de una celebración por todo lo alto en sus 500 años de fundada.

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