Cartagena sin duda es una de las ciudades de Colombia donde la desigualdad es más evidente, puede coexistir en el mismo territorio gran miseria al pie de grandes ostentosidades. Dos mundos paralelamente opuestos bajo las mismas reglas, leyes, costos, deberes y obligaciones.
Como si fuera poco las decisiones que se toman desde la administración muchas veces son diametralmente contrapuestas a las necesidades de la población, cada uno está en su burbuja y eso se evidencia en la poca eficacia que tienen las soluciones que se toman frente a las problemáticas. Cartagena es un multiverso en el que infortunadamente casi nunca confluye un universo con el otro.
Las disposiciones tipo “ejemplo de falacia”, constituyen una forma decadente del panorama institucional y una desesperanza de la realidad. Estrategias como la implementada “si a alguien lo asesinan en una jet ski, entonces prohibimos el alquiler de jet ski y así acabamos con los homicidios” solo parece el resultado de un juego absurdo e inaudito para el universo de la administración. Por su parte, el de los criminales sigue intacto, sin alteraciones y con el pensamiento de que, si mañana no es una jet ski, será con cualquier otro medio de transporte acuático, terrestre o aéreo, pero de que se lleva a cabo el crimen no hay absoluta duda. Lo propio sucede con la reiterada prohibición al porte de armas con salvoconductos, como si los facinerosos percutaran armamento legal; en la vida real, el ciudadano permanece desarmado y el bandido confiado, la tasa de homicidios hasta el día de hoy en Cartagena supera las 142 personas.
El universo de la sociedad que percibe esa sensación de inseguridad ante la ola de crímenes es otro, el delito convive con nosotros pero además ya está descarado, este es el escenario del sufrimiento, miedo, horror y pavor por la delincuencia común, los fleteros cada día son más osados ¿Es tan difícil darse cuenta de que la fiebre no está en la sábana? Con razón este multiverso cartagenero está asociado a la inseguridad, constantemente hay homicidios y hurtos y la policía aún no ha podido identificar la etiología de estos delitos para así combatirlos de una manera razonable. Cada quien en lo suyo como si no se tratara de una sola ciudad que debe salir adelante.
Las entidades administrativas en una guerra política sin tregua, ideando estrategias para acabarse unos con otros, los entes de control en una dimensión desconocida donde a veces se hacen notar y nos sorprenden con su extraña eficacia, transparencia y celeridad. Otras veces ignoran todo lo que están obligados a ver. Pero la meta de mejorar la ciudad evidentemente no es una de las misiones. En fin, las soluciones parecen de un universo, la realidad y el sufrimiento global de otro y la autoridad definitivamente de uno, no solo diferente, sino también aislado de los demás... multiverso cartagenero.
*Abogado.