Las buenas noticias hay que celebrarlas y destacarlas, sobre todo si tienen que ver con proyectos de ciudad. Parece que, después de cuatro años de incertidumbres, aplazamientos, ajustes y otras actividades relacionadas con la protección costera, se vislumbra una solución, que aunque parcial, no deja de ser un aliciente por tratarse de defender la ciudad de la furia del mar que va en aumento como consecuencia de los eventos relacionados con el cambio climático.
Con todo el boato que la situación ameritaba, con la asistencia de personalidades del orden nacional y local, y después de siete meses de haberse definido la adjudicación, se protocolizó la firma del contrato de obras con el Consorcio Proplaya y de interventoría con la empresa Adicon Ltda. De igual forma se trazaron planes para los tres meses de actividades preliminares y se fijó la fecha de inicio de las obras, propiamente dichas, para principios de noviembre.
Siempre nos preocupa que no se haga uso de experiencias pasadas. Iniciar obras en el mes de noviembre, cuando apenas empieza la temporada de vientos alisios que se extiende hasta marzo o abril, es algo traído de los cabellos debido a las condiciones del mar en esa temporada. Hay que tener en cuenta que la actividad más relevante del proyecto es el relleno con material de dragado desde las zonas asignadas por la Dimar.
Sin el ánimo de aparecer como ave de mal agüero tenemos que hacer uso de la historia, para no cometer los mismos errores del pasado. Cuando se construía el túnel de Crespo, noviembre 24 de 2010, un fuerte mar de leva barrió 120.000 metros cúbicos de material que habían sido dragados para conformar el frente de playa anexo al túnel. Otro percance relacionado con esta obra fue el hundimiento de la draga “Manatí”, septiembre 17 de 2011, consecuencia de un gran oleaje causado por los fuertes vientos. Estos y otros acontecimientos afectaron el plazo y la terminación de la obra se dio casi dos años después de lo previsto.
Estos comentarios son pertinentes pues en sus declaraciones, el señor alcalde manifestó que las obras se deben hacer dentro de los plazos establecidos y no aceptará aplazamientos ni mayores costos de obra. Existe toda una jurisprudencia sobre la “Fuerza mayor y caso fortuito” en los contratos estatales y este debe contemplarla. En esas condiciones el plazo no puede ser una camisa de fuerza.
Otra situación que se debe tener en cuenta es la relacionada con las estaciones de bombeo de aguas lluvias: ¿quién o qué entidad se encargará de su operación y mantenimiento? Un fuerte y prolongado aguacero, con las bombas dañadas, sería una catástrofe para Bocagrande.
*Ingeniero Civil y Sanitario.