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Llegamos bien

Querido Diario: Como todas las mañanas, al despertar, además de dar gracias a Dios por estar vivo con buena salud y desear que todo esté y le marche bien a todos, me pongo en disposición de escuchar noticias, de organizar mentalmente mi día y ponerme en la mejor actitud. De la seguridad de mi hogar al parqueadero voy pensando en que será un buen día con muchas esperanzas de que las cosas mejoren para mi ciudad y mi país. Apenas llevo dos cuadras y ya me ha tocado esquivar a cuatro personas en bicicleta en vía contraria, los cuales seguramente ni han pensado en que están transgrediendo normas y que pueden causar un accidente que puede comprometer su integridad física, o a lo mejor sí, a alguna de ellas se le pasó por la cabeza, pero no le importa, porque primero está su derecho a cortar camino para llegar al trabajo o a entregar su domicilio. Voy buscando la forma de esquivar lagunas, pero es imposible, solo pienso en que afortunadamente el carro está recién pintado por debajo con pintura antióxido. Hoy, como novedad, los semáforos de mi ruta funcionan, aunque les da lo mismo a algunos conductores, especialmente de servicio público que los ignoran, perdón, que se los vuelan. Ya me empiezo a alterar cuando se me vienen encima taxis haciendo la U en cruces prohibidos. Nuevamente me encuentro con lagunas y menos mal ya conozco sus bajos y fosas, así que los cruzo con precaución, aunque el carro recibe el bautizo de una camioneta que parece que estuviera en filmación de publicidad de 4x4. Me preparo a escalar el monte Román con sus múltiples grietas, cada vez más profundas y pienso, ¿qué pasó con la fase III de la ruta del Tractor? Después de esquivar las embestidas de una tríada de camiones, ver cómo otros conductores, al hacerle el quite a los huecos, también evitan accidentes y respirar profundo mientras oigo anuncios preocupantes del Gobierno nacional, reflexiono sobre para qué sirve escribir si quien más debería leer esto o no lo lee o no le importa, pero me digo, “pior es na”. Leo a los diferentes columnistas y somos reiterativos, luego no puedo estar equivocado en lo que pienso.

La conciencia de ser parte de una sociedad la llevará a su desarrollo sostenible. Esa conciencia genera no solo la acción de exigir derechos sino el deber de cumplir con obligaciones. Que mitigar el hambre y acabar con la corrupción son prioritarios, nadie lo discute, pero es que nada se soluciona curando heridas sino sanando causas. El problema no está en las manifestaciones de la cultura de una nación, sino en las raíces que hay que curar.

Ojalá nos dejen participar en la Encuesta de Percepción de Cultura Ciudadana 2022 que adelanta la Alcaldía de Cartagena. Bueno, siquiera no está lloviendo ni encontré bloqueos, así que me puedo dar por bien servido. ¡Llegamos bien!

*Abogado y ejecutivo empresarial.

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