Las basuras en las calles ha sido una lucha que por años se ha dado en Cartagena y que poco a poco ha ido mejorando; sin embargo es un reto al que todos debemos aportar desde la conciencia ciudadana. Pero no es solo un tema de las comunidades, también se necesita el compromiso de las autoridades y las empresas recolectoras.
Lo que ha ocurrido en los últimos meses con la recolección de basura, marca dos cosas: las empresas de aseo no les dan valor a los llamados de la autoridad local ni nacional y tampoco hay autoridad exigiéndoles respeto.
No se entiende cómo la Superintendencia de Servicios Públicos ha sostenido varias reuniones con estas empresas recolectoras de basura y las fallas persisten. En primera instancia se amparaban en la cuantiosa deuda del Distrito, pero lograron una negociación, se dieron las manos y determinaron seguir respetándose unos compromisos entre las partes.
La última reunión fue el pasado 12 de octubre, ahí el llamado fue enfático a que debían cumplir con los cronogramas de recolección sí o sí. En menos de casi un mes de ese encuentro, Cartagena tiene barrios llenos de basuras. Algunos ciudadanos determinaron arrojar los desechos en la vía pública porque estaban desesperados con los olores, las moscas y toda la contaminación que genera una bolsa de residuos domiciliarios en la puerta de una vivienda.
En este servicio público se invierten millonarias sumas de dinero; solo por hacer un análisis, las deudas del distrito con las empresas de aseo en el 2019 fueron de: $7.494 millones a Veolia, y $821 millones a Pacaribe. En el 2020 $6.537 millones para Pacaribe por los meses de marzo a diciembre, y $1.415 millones a Veolia por el mes de diciembre. Esto indica que no son dos pesos los que se invierten. Revisando recibos de varios barrios, en promedio son $70.000 los que pagan por el servicio y en otros me encontré de $400.000, pago por cada inmueble.
Si es un buen negocio y en Cartagena lo pagamos a costos elevados, cuál es la razón por la que las empresas de aseo tienen la ciudad tan sucia. No desconozco el nivel de incultura de la ciudadanía, la poca educación que hay en el manejo de residuos. Esas personas que arrojan basura por la ventana de los vehículos, los que abren un paquete y arrojan la bolsa donde sea, todos ellos deberían ser multados con sanciones pecuniarias y sociales. Esto debe parar.
Seguir justificando los incumplimientos de estas empresas es una puerta abierta a problemas de salud, ambientales y sociales. Urge mano dura de las autoridades. No se puede ser paciente frente a un tema que puede desencadenar graves problemas para la ciudad. Ya tenemos suficiente: dengue, COVID-19, hambre, pobreza, no podemos buscarle otra pata al gato.