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La política del odio

Pobre el país en el cual el ejercicio de la política es el odio. Increíble que toda la política nacional de los partidos de oposición en Colombia gire en torno al odio al presidente Álvaro Uribe Vélez, tal vez el líder más importante de la nación en los últimos cien años.

Con tal de estar en contra de lo que fue su exitosa política de seguridad democrática y de convertirse en el muro de contención del comunismo, han logrado sus detractores satanizar su figura política, basada en lo que el innombrable llamó “amigos o enemigos de la paz”, apoyada esta, en el poder omnímodo del órgano judicial.

El doctor Uribe Vélez se prodigó en su contra todo el sistema judicial, al revelar la politización de este, el que se dejó comprar por prebendas políticas del gobierno del innombrable (da pavor mencionar su nombre), en lo se conoce como ‘Cartel de la Toga’, el que tiene a varios magistrados de la Corte Suprema huyendo y otros detrás las rejas. No tiene nada de raro ese ensañamiento, eso sucede casi siempre con los grandes hombres.

¿Qué no hicieron sus opositores para denigrar del presidente Rafael Núñez, sobre todo los bogotanos? Dicen que hasta lo asesinaron. ¿Cómo murió ‘el Libertador’ Simón Bolívar? fustigado, denigrado, pobre, hasta tal punto que tuvieron que vestirlo para su mortaja con ropa prestada. ¿Cómo termino Napoleón, el militar y emperador que domino el mundo europeo por mucho tiempo? encerrado en una celdilla de pocos metros cuadrados, olvidado en una isla remota que no aparecía siquiera en el mapa.

Pero lo peligroso de esa política de odio es que podría llevar al país por el camino tortuoso del marxismo y la estatización de la economía, del que generalmente no hay ruta de regreso, y que podría propiciar una penosa guerra civil. Porque los colombianos no son como los cubanos ni como los venezolanos. Acuérdense que aquí hay antioqueños alevosos, llaneros altaneros, costeños alebrestados, dispuestos a dar la batalla. El odio exacerbado podría llevar el país a su destrucción.

Solo mirar lo que ha pasado en Venezuela, por el odio a los partidos tradicionales se metieron en la ‘vaca loca’ de Chávez.

El odio, mezclado con el populismo y la insatisfacción general de las clases bajas y medias del país, podrá llevarnos por el camino sinuoso antes mencionado, donde se comprobará, como ya está suficientemente experimentado, que el remedio será peor que la enfermedad.

Pero el odio es tal, que las gentes saben que la medicina no servirá; sin embargo, apoyaran en las urnas el desatino que sería un eventual gobierno de Gustavo Petro, el que demostró en su paso por la Alcaldía de Bogotá, que fue un pésimo gobernante. Política de odio, soportada en la premisa de que si estoy pasándolo mal, que también lo pasen mal todos los demás. Y que es preferible si ya estoy hundido, que nos hundamos juntos todos.

*Arquitecto.

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