“En las comunidades de la zona insular de la histórica ciudad de Cartagena, donde los conquistadores españoles construyeron murallas, fuertes y castillos, la población se ganaba su sustento con la pesca y la agricultura, poco a poco se dieron cuenta de la llegada masiva de visitantes atraídos por las bellezas naturales, quienes consumían los platos típicos y disfrutaban de las delicias del mar. Esto hizo que creciera en ellos el interés de instalar negocios para atender a los foráneos lo que les permitió mejorar sus condiciones económicas. Poco a poco varios de los nativos quisieron tener mayores ganancias facturando altas sumas de dinero que los turistas pagaban por las presiones. Luego sus denuncias en los medios de comunicación se viralizaban dando la vuelta al mundo, hasta que un día los turistas prefirieron a otras poblaciones, lo que causó hambre y miseria por doquier”.
El relato anterior es un símil de la famosa fábula de Esopo, “La gallina de los huevos de oro”, donde la moraleja es idéntica a lo que pasa en las playas, sean blancas o tranquilas. Hoy la serie de abusos en los precios por parte de algunos prestadores de servicios en las playas de la zona insular de Cartagena, hechos denunciados por visitantes extranjeros, develan una situación que no es nueva. En el 2019 el líder del gremio de vendedores del Centro Histórico, Remberto Altamiranda, preocupado por los frecuentes casos de maltrato a los visitantes nos solicitó una capacitación sobre ética y cultura ciudadana, donde participaron un gran número de prestadores de servicios a los cuales les referimos el argumento de la citada fábula con el fin de concientizarlos sobre los riesgos para la industria del turismo de que una persona al regresar de su viaje de descanso en vez de recomendar a este destino, por el contrario le aconsejará a los demás que no vengan para acá, y por esa razón es un deber de quienes devengan su sustento de esta actividad tratar con respeto y amabilidad al turista.
De las alternativas de solución a la problemática del turismo es necesario: 1. Arrancar con formación profesional a la cual se deben vincular sin excepción quienes laboran el sector turístico, iniciando con temas como: la ética, atención al cliente, historia antigua y reciente de Cartagena, inglés, mesa y bar. 2. La formalización y reglamentación de la prestación de servicios turísticos por parte de la Alcaldía a través del registro de trabajadores y la tabla de precios por cada negocio. 3. La elaboración de un pasaporte de turismo que contenga información de servicios y precios para entregar a los visitantes.
