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La deuda de dragar y canalizar

La geografía de Cartagena la conforman pequeñas islas y penínsulas que se insertan al suelo continental, simulando en los mapas la radiografía de un artrópodo. Esta es nuestra ciudad nativa, que reclama la atención de sus hijos ante la inminente arremetida de los cambios climáticos, los cuales hoy son hechos cotidianos como las altas temperaturas que a diario percibimos de un sol inclemente ante la desidia humana en cuidar la naturaleza o las inundaciones que sufrimos cuando las lluvias arrecian como sucede en estos días de agosto.

Cuando las nubes grises asoman en el cielo, surgen los temores por lo queda pueda pasar de acuerdo a la intensidad del aguacero, pero lo más frecuente es que las inundaciones se presenten por doquier, produciendo daños en las viviendas de los barrios aledaños a los cuerpos de agua y problemas de movilidad de quienes conducen vehículos que se pueden anegar o ser arrastrados por las fuerzas de las corrientes, como pasa en los barrios: Socorro, El Campestre, San Pedro, la bajada del puente en Canapote, el sector el Wío en San Francisco, los cuatro leones en el Pie de la Popa, Camellón de los Mártires en el Centro, Carrera primera en Bocagrande, los sectores de Olaya Herrera y las poblaciones de la zona insular, entre otros sectores.

Esa situación reclama la culminación del proyecto de canalización y dragado de caños y lagunas iniciado hace más de 40 años, teniendo avances en las administraciones de los alcaldes Manuel Domingo Rojas y Gabriel García Romero, quienes realizaron obras que por la falta de continuidad en las políticas públicas, hoy están deterioradas como la recuperación del caño Juan De Angola, en el sector la Unión en Torices y el puente Alfonso Romero, que une a Crespo y Canapote.

También se habla de la ejecución del plan de drenaje de los canales de aguas pluviales, otra oportunidad para que se solucione una problemática que ha develado la falta de planeación en las administraciones locales al improvisar o suspender acciones de limpieza de canales como pasa en Olaya Herrera y Santa Rita, donde se requiere la vinculación de la comunidad al proceso de limpieza por medio de la contratación de personal residente en el sector, además que el Distrito y las organizaciones comunitarias deben promover: la conformación de las veedurías ciudadanas para el control social de las obras a ejecutar y las campañas de formación ciudadana para que los vecinos adopten el compromiso de no arrojar las basuras a los cuerpos de agua. No esperemos que en el año 2023 vuelvan las lluvias para acordarnos de la deuda de dragar y canalizar.

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