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Guerreros de pequeñas causas

Siempre existirán instantes y lugares para cabalgar sobre Rocinante y enfundarse, no la capa de Supermán, sino la túnica del Buen Samaritano, ‘Guerrero de pequeñas causas’. No esperes convertirte en líder supremo para sacar tu estirpe, confórmate con llevar a tu familia por el camino correcto, que no le falte cosecha de besos, tolerancia y abrazos, lo demás, viene por añadidura. Nadie te pedirá cuentas por el hambre que azota a la humanidad, hazlo, sin esperar aplausos ni recompensa, con aquellos que están al alcance de tu mano.

Tienes credenciales, que jamás caducan, para exigir, pacíficamente, la ciudad, pueblo o caserío que merecemos, vigilando cada centavo, exigiendo el rigor y pulcritud con que las abuelas cuidan y administran el monedero resguardado en la encrucijada inexpugnable de sus tetas.

Debes saber, y nunca olvidar, que no existen DERECHOS sin OBLIGACIONES, utiliza entonces todas tus fuerzas benignas defendiendo elegir y ser elegido sin jáquima, a la vida plena, libertad, educación y salud de calidad infinita, fundamentos de la bendita democracia, esa que garantiza gobernantes pulcros, dispuestos a tomar las riendas de un país y de una ciudad desbocados, calcinados por odio, saqueo y desesperanza. Apuéstale a todo aquél que garantice salir y regresar con la cartera intacta, sin un tiro en las espaldas; una ciudad respetuosa que ofrezca, a manos llenas, trabajo digno, vituallas en la mesa de Juan y Juana, nidos decorosos donde germine la verdadera paz, esa que florece sin esperar la primavera. No esperes que del cielo lluevan subsidios y milagros, pesca tu propio pez, conviértete en artesano de tu destino sin olvidar que, aquellos que están a tu lado, aun cuando no compartan tus anhelos y pensamientos, tienen los mismos derechos, a eso le llama ‘Democracia’.

Sin duda, es tiempo de convertirnos, cada uno de los 1’288.490 cartageneros, de nacimiento o por adopción, en ‘Guerreros de Pequeñas Causas’, no en perros y gatos, utilizando palabras salidas del corazón, no de la cloaca. En nuestra ciudad, caótica y desvertebrada, de lenguas pestilentes y desbocadas, ya nada ni nadie nos conmueve, ni siquiera el desfile interminable de viudas y cajoncitos blancos; sí, aquí donde las lombrices remplazaron el ‘Pan Nuestro de cada día’ es lícito convocar a los ‘Guerreros de las pequeñas causas’ y a la cordura de los mandatarios, tal como lo hizo Mahatma Gandhi, padre del respeto, sin distingos, a todos los seres de la naturaleza, apóstol de la no violencia: “Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en palabras; cuida tus palabras, porque se convertirán en actos; cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos; cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino”.

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