El 9 de abril de 1948 fue asesinado en Bogotá el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, a partir de este infausto suceso se desencadenó la ‘época de la violencia en Colombia’. La motivación inicial de esta revolución era derrocar al gobierno conservador de Mariano Ospina Pérez, fin que no se logró a pesar de las devastadoras protestas.
Sin embargo, el conflicto se extendió por más de 12 lustros, causando muerte y ruina en cientos de miles de personas, lo paradójico del asunto es que aun cuando las lamentables condiciones en que se encontraba sumido el pueblo fueron la causa de este movimiento, el hecho de que se prolongara por tanto tiempo trajo como consecuencia mucha más pobreza, desigualdad y exclusión social.
Nueve semanas antes, a más de 15.000 kilómetros de Bogotá, en Nueva Delhi, Nathuram Vinayak Godse sacó una pistola y le disparó tres veces a bocajarro a un frágil e indefenso anciano de 78 años que se dirigía al lugar donde cada tarde rezaba. Godse era un hindú radical, convencido de que su víctima era el principal responsable de que la India no se hubiera convertido en una república teocrática como él deseaba. Tras el asesinato, fue detenido y ejecutado.
Ese anciano, también hinduista, en efecto proponía que aquella India debía respetar la convivencia entre sus diferentes credos, el hinduismo y el islamismo. Fue precisamente este sensato individuo el que demostró con rotundos hechos que no se requieren armas, odio o violencia, para llevar a cabo una descomunal revolución, que resultó en la independencia de una nación de trescientos cincuenta millones de personas.
Su adversario había sido el ejército de la corona británica, el que dos siglos atrás había colonizado la India y Paquistán y se negaba a liberarlos mediante una violenta represión que arrojaba miles y miles de muertos. Ante la inédita y muy sólida revolución pacífica de Gandhi, a quien Rabindranath Tagore honró con el nombre de El Mahatma “Alma Grande”, los ingleses no tuvieron más remedio que declarar su independencia en agosto de 1947.
Mahatma Gandhi se erige como un maravilloso símbolo de la alternativa pacifista a la violencia y a la represión, “Gandhi rezando” es un ícono que nos recuerda que el odio no se desbarata con más odio, su imagen no solo ha sido olvidada, sino que se critica a quien la postea en redes, paradójicamente eso sucede en el mismo mundo donde actualmente se experimentan guerras sin sentido, con consecuencias catastróficas para la humanidad.
En Colombia, por ejemplo, cada día se acude más a las vías de hecho como mecanismo de protesta, muy a pesar de contar con innumerables plataformas para realizar revolución pacífica. Es imperativo volver al sendero del amor, único escenario en el cual no se paga mal con mal y el terror no encuentra justificación posible. Apliquemos la resistencia a través de actos no violentos. Sigamos el ejemplo de Gandhi.