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Estoy mamada

A estas alturas de la cuarentena estoy mamada. Mamada de buscar rutinas de ejercicios para matar el tiempo y que son prácticas que no volveré a hacer nunca más cuando pase este encierro. Mamada del trabajo en casa que no rinde, no es eficiente, ni tan eficaz como hacerlo en el campo laboral. Mamada de las reuniones por Zoom, Team y chats que no me permiten abrazar a mis colegas, familiares y amigos.

Estoy mamada de los domicilios. Me aburre tener que desinfectar cada bolsa, comprobar que los pedidos no llegan completos, como los necesito o me gustan. Extraño mi mercado donde puedo ver las marcas y tamaños mientras subo y bajo cosas del canasto. Estoy aburrida de que me intenten vender postres, almuerzos y cuanta cosa se le ocurre a los nuevos emprendedores monótonos que terminarán su emprendimiento cuando se pase la pandemia. Estoy mamada de los miles de chats con curas para el coronavirus que superan a la decena de experimentos que están haciendo los científicos mundiales; médicos teguas mal informando a la ciudadanía y creando pánico con expectativas mentirosas e irresponsables. Me maman los terroristas que disfrutan creando miedos en los ya temerosos ciudadanos afectados por el aislamiento. También cansan los filósofos que hablan de reinventarnos como si no fuera suficiente con poder recuperar nuestras vidas y volver a ser seres humanos sociales que trabajamos y disfrutamos el contacto. Volver a empezar ocasiona un cambio muy importante y causa un impacto psicológico que genera estrés en este momento.

Estoy mamada de los cientos de decretos presidenciales largos y repetitivos que nos mantienen en vilo sin que despeguemos, mientras continuamos adentrándonos en la catástrofe económica. Me cansa el programa diario del mandatario con sus invitados aburridos y pesimistas que aportan soluciones que no siempre se dan en la práctica, pues los mercados no llegan a todos los que lo necesitan, los ventiladores arriban incompletos o dañados, los préstamos bancarios no se otorgan a quien no tiene plata y seguimos endeudando el país camino a una reforma tributaria que nos agarrará quebrados.

Estoy mamada del discurso anticorrupción de nuestro alcalde y la peleadera que no genera nada bueno para la ciudad. Vivir en retrospectiva es negarnos la posibilidad de poder disfrutar de un futuro mejor en el que deberíamos estar trabajando. No se trata de olvidar el pasado, sino evitar que se convierta en una atadura, un lastre que nos paraliza y estorba. Cansa que en Cartagena solo se hable del COVID mientras la ciudad se hunde en la pobreza, la economía se estanca y los proyectos importantes están guardados en un cajón.

Estoy mamada de que el virus me haya robado mi vida y le haya dado el derecho a los gobernantes de decidir cuándo salgo y a dónde puedo hacerlo mientras me limitan el derecho al trabajo.

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