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Esto, apenas empieza

Lo que empezamos como una obra de caridad con Salvo Basile, mediante una cena navideña en 2019 para 100 niños del barrio Revivir de los Campanos, se ha convertido en poco tiempo en un gigante que atiende a 900 niños todos los días: 300 en Revivir, 600 en Nelson Mandela, sector Villa Hermosa. Uno en la escuela ‘El Divino Maestro’, con el apoyo del alma buena de la profesora Prisca, metido entre montañas de lodos y casas parapetadas. Y el otro, llamado ‘Hijos de María’, con la buena persona de Ludís Rudas, en la Calle del Polvorín, también entre mares de lodo, barrio cuya expansión crece a un ritmo desenfrenado, con invasiones en casas improvisadas, porque el déficit cuantitativo de vivienda es de 60.000 unidades, y no se soluciona.

Mientras, las gentes se proveen su propio hogar, con casas de cartón y estibas de madera, cuyo déficit cualitativo debe rondar las 80.000 viviendas. Déficits, que tienen más de 30 años. ¡Cuánta ignominia, carajo! ¿Pero y cómo hemos podido hacerlo?

Por la gracia de Dios, con la ayuda de amigos muy generosos, sin ellos hubiera sido imposible, son muchos: Guillo Ramírez, Tico Rodríguez, Roberto Pombo Holguín, Enrique Santos Calderón, Alfonso Hilsaca y sus hijos, Juan del Mar, Eugenia Arango e hijos, Simón Beetar, Ménzel Amín Bajaire, Armando Vegalara, José Villegas Vélez, Miriam George de Galeano, Juan Lemaitre Vélez, Gerónimo Basile y sus amigos. Lo hemos hecho con mucha voluntad, pidiendo mucho, sin vergüenza alguna, “pelando la cara”.

Nada hubiera podido lograrse sin la ejecutoria extraordinaria de Agripina Perea Valencia (nuestro Mariscal de Campo), una líder negra, chocoana, desplazada de la violencia (que tuvo que parir su último hijo en la calle). Con la ayuda del Banco de Alimentos de la Arquidiócesis (bendita sea la Iglesia Católica), donde compramos alimentos a muy buen precio y la mano dadivosa de su directora, la bella Sandra Rhenals.

Nos hemos puesto la meta de dar más de 200.000 almuerzos en el año 2021, año difícil como muestran los terribles indicadores del Dane, que según estadísticas, solo el 33% de los hogares cartageneros comen las tres comidas diarias. Un 61% opina que tiende a empeorar. En Colombia más de 23.000 hogares se acuestan sin comer bocado alguno. El 76% de los hogares consiguen sus alimentos con mucha dificultad, dada la alta tasa de desempleo.

Cartagena no solo es ajena a esto, sino que lidera el oprobioso record. Es dramática la situación y es de vieja data, porque el presidente Núñez le decía a doña Soledad, cuánto le perturbaba que miles de hogares cartageneros se acostaran sin comer bocado alguno. Pues ese panorama no solo sigue intacto, sino que se ha incrementado; pero aquí estamos con la Fundación Corazón Contento, nuestros generosos amigos y la Divina Providencia dando la dura batalla contra el hambre.

*Arquitecto.

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