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El último humedal

Las ciudades modernas, producto de políticas serias, o como experiencia copiada de otras partes, están cambiando su forma de crecer.

Un humedal es un área viva que permanece inundada o tiende a inundarse con las lluvias. En las ciudades los humedales filtran y retienen el exceso de agua de los aguaceros, funcionan como espacios verdes para recreación, y bien manejados proveen beneficios económicos, sociales y culturales. En Cartagena, el último humedal interno, independiente del sistema de caños y ciénagas, fue arrasado por un buldócer. Ubicado entre la transversal 53, Villa Rosita y Terrazas de Calicanto, este terreno ampliará la oferta de vivienda, pero disminuirá el verdor citadino. Una mirada desde Google Earth muestra el sitio teñido de verde. Todo lo demás es concreto, más captura de calor y menos oxígeno.

Las ciudades modernas, producto de políticas serias, o como experiencia copiada de otras partes, están cambiando su forma de crecer. El énfasis está en que los ciudadanos respiren mejor, experimenten menos estrés térmico y visual, y mejoren su bienestar social con áreas agradables para la recreación, lo cual fortalece la salud de todos. Casi contrario a lo que hacemos, las urbes sostenibles amplían zonas verdes, crean parques lineales, protegen y embellecen los humedales, entre otras estrategias de sostenibilidad y adaptación al cambio climático.

Es difícil creer que nuestros dirigentes nunca han visitado o visto por televisión una ciudad europea, o por no ir muy lejos, Montería. No puede ser que lo mejor por hacer sean relimpias de caños con contratos fraccionados por canal y toneladas de basura allí mismo. El último humedal cartagenero pudo ser una oportunidad para pensar un parque acuático con cientos de especies, árboles gigantes a lado y lado de paseos peatonales cubiertos con enredaderas y jardines, entre tantos conceptos de bienestar urbano que existen y funcionan. Pero esto aquí es un sueño. Es prioritario que el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) enfatice en diseñar una ciudad para vivir, no como una receta para satisfacer los intereses voraces de los constructores, electrizantemente enamorados de cualquier espacio, casa antigua, lote descubierto o humedal, para convertirlo en edificios. El POT debe responder a conceptos de iniciativas verdes, con decididos propósitos de protección y restauración de humedales y áreas naturales.

La Cartagena soñada nos permitirá caminar con sombra por senderos arborizados, libres de ruido, vallas publicitarias y chimeneas móviles; con edificios funcionales que mitiguen las altas temperaturas, y humedales con tal vitalidad y belleza, que sean capaces de mejorar el estado de ánimo de las personas solo con verlos o escucharlos.

Profesor de la Facultad de Economía y Negocios UTB*

Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB ni a sus directivos

*Profesor

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