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El poder político

La vida de los terrícolas ha girado en torno a la dominación de un hombre hacia otros hombres. Es un término compuesto. Primero, el poder es la capacidad que tiene el hombre para alcanzar los objetivos. En esa proyección, se dice que el hombre es teleológico, es decir un individuo de objetivos. Cuando el hombre utiliza esa capacidad con el objeto de la dominación, estamos en presencia del poder político. El poder político tiene cuatro características esenciales.

La primera característica del concepto, la cual adquiere una dimensión espacial, es la generalidad. Esto se refiere a la capacidad de dominación en el territorio. El poder político no circunscribe su actuación a un ámbito espacial territorial específico. Su radio de acción es nacional; significa entonces que el detentador del poder político ejerce la dominación en un contexto territorial nacional.

La segunda característica del poder político es la soberanía. Soberanía es sinónimo de supremacía. Significa que el poder político ostenta una supremacía o superioridad sobre cualquier agrupación existente en la sociedad. Entonces la soberanía es el ejercicio de la supremacía o superioridad por parte del poder político. En el contexto de esta característica del poder político, surge el concepto de poder público, el cual es el ejercicio de la soberanía por parte del poder político. De aquí se desprenden las ramas del poder público que enseñan en las escuelas: Ejecutiva, Legislativa y Judicial. En América Latina, en virtud del régimen presidencial imperante coexisten dos poderes públicos de elección popular: la Rama Ejecutiva, en cabeza del presidente; y la Rama Legislativa, en baza del Congreso de la República.

La tercera característica del poder político es la fuerza. El poder político se sustenta en la fuerza. Desde épocas centenarias el poder político se hace acompañar de un aparato militar. Los poderes políticos protagonistas a nivel mundial tienen una fuerza militar robusta. Son contadas las excepciones hacia esa impronta. En ese orden de ideas, la fuerza tiene una doble vía de interpretación: una coercitiva y otra de mantenimiento del equilibrio político entre los poderes públicos.

La legitimidad es la condición psicológica que hace que el ciudadano acepte la dominación. De acuerdo con el tipo de vía de acceso al poder, los ciudadanos legitiman el poder. En las monarquías constitucionales parlamentarias los ciudadanos legitiman el poder por la vía hereditaria; es decir, el poder político pertenece a una familia y por ende la jefatura del Estado se encuentra consignada en una familia.

En los regímenes presidenciales de Latinoamérica, los ciudadanos legitiman el poder por la vía electoral, por ello estos contextos políticos se denominan República, en tanto el jefe del Estado es elegido por sufragio universal.

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