<img src="https://sb.scorecardresearch.com/p?c1=2&amp;c2=31822668&amp;cv=2.0&amp;cj=1">

El poder del centro

Tres importantes teoremas de la ciencia política contribuyen a entender por qué es falso decir que el centro político no existe y cómo, en realidad, es ahí donde se define toda elección social.

El primero es el Teorema de Imposibilidad de Kenneth Arrow, que establece que ningún sistema electoral mínimamente democrático puede asegurar que el resultado de una votación refleje coherentemente las preferencias de los votantes. A mayor número y diversidad de electores y alternativas, mayor será la dificultad de amalgamar los valores individuales en una decisión social coherente.

Este teorema tiene dos implicaciones fundamentales. La primera es que los grupos de individuos racionales no necesariamente son grupos racionales de individuos: que las personas sean coherentes al expresar sus preferencias políticas no implica que las decisiones políticas de la sociedad de la que hacen parte también lo sean.

La segunda implicación se deriva de la primera. Lo que muchos llaman “el bien común” o “el bienestar colectivo” son abstracciones, construcciones sociales que no tienen ninguna existencia real y que se definen en el juego político de cada sociedad. Ningún político puede decir que representa lo que le conviene a toda la ciudadanía. Si el bien común existiera en realidad, la política no sería necesaria.

El segundo teorema podría denominarse Teorema de Posibilidad de Amartya Sen. Según este, sí es posible construir de manera coherente una idea colectiva del bien común basada en la expresión de las preferencias y los valores de la ciudadanía. El truco está en ampliar la concepción de la democracia más allá de la mera votación, para que la deliberación ciudadana sobre los asuntos públicos permita ir generando mínimos consensos comunes.

El tercero es el Teorema del Votante Mediano, atribuible a Duncan Black y a Anthony Downs. Si se logran generar esos mínimos consensos sociales, entonces la coalición ganadora que obtenga el poder en las elecciones siempre será aquella que logre captar el apoyo del votante mediano. Pero atención al detalle: este no es el votante que está en el centro ideológico del espectro político, sino aquel que se ubique en la mitad de la distribución de todos los electores.

En Colombia, el votante mediano pareciera estar históricamente un poco a la derecha del centro. La posibilidad del cambio histórico está entonces en la capacidad de los actores políticos de centro para desplegar una deliberación democrática capaz de generar mínimos consensos que permitan construir una coalición ganadora que capte la atención de ese votante mediano.

Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB ni a sus directivos.

*Profesor del programa de Ciencia Política y RR. II., UTB.

Más noticias