En Colombia se ha aplicado algo de meritocracia, pero algunos actores, con intenciones clientelistas, han deformado la meritocracia usurpando su gran poder democrático para pagar favores políticos, obtener dávidas o favorecer a los mejores conectados.
La nación, Gobierno y sector privado, debería poner más atención en masificar el valor del mérito social y educar a la población en sus bondades: la mejora del individuo con base en sus propios esfuerzos y sus propias aspiraciones. Hay personas que no necesitan acumular abundancia de triunfos, o subir demasiado en la escalera del éxito para sentirse realizadas, o contentas consigo mismas, lejos de cualquier asomo de envidia. Otras necesitan más, porque su nivel de exigencia consigo mismas es mayor, y esas seguramente requerirán buscar de la vida mejores oportunidades y desafíos. A pesar de tales diferencias, ninguna quiere parecerse al pobre del barrio.
El mérito social comulga con el “ganarás el pan con el sudor de tu frente” de la Biblia, que se puede interpretar con un “obtendrás premios proporcionalmente a la calidad de tu esfuerzo”.
Lo bueno que tiene el mérito social es que es medible siempre que los indicadores estén acordados previamente. Es poner a los aspirantes en una misma salida, para que corran cumpliendo ciertas disciplinas hasta alcanzar sus objetivos. Habrá que enfatizar en que los objetivos no son los mismos entre los competidores y unos necesitarán más ayuda que otros durante el recorrido. El Estado fuerte estaría allí para estos últimos.
En muchas empresas el ascenso a puestos superiores se basa estrictamente en los méritos conquistados a lo largo del camino incluyendo su relación con valores como la confiabilidad y la honestidad. Pequeñas y medianas empresas, tan golpeadas por las dos pandemias, la viral y la radical de izquierda, también necesitan oxigenación prolongada si pueden demostrar que adoptan medidas de mérito social. A mayor generosidad y acompañamiento por parte del Gobierno, y de sus grandes clientes, mayor motivación para hacer las cosas mejor y seguir en la esperanza.
En la masificación del mérito social, los empresarios debemos entender las motivaciones y necesidades de nuestros empleados, para buscar una mayor compenetración en el tejido social sobre el que intenta sostenerse nuestra sociedad. Mejoremos el valor del mérito social y seamos contundentes en liberarla de sus atrofias. El mérito social es la respuesta ante la idea de la injusticia social. Un término acuñado para hablar sobre la redistribución de la riqueza donde la envidia decapita la competencia y motivación natural del ser humano por superarse así mismo, para cumplir un propósito digno con su vida, para su familia, para su barrio, y para el planeta.