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El enemigo es el régimen

Poco antes de su asesinato (1995), Álvaro Gómez Hurtado afirmó con acierto: “El enemigo no es el gobierno, sino el régimen”; es decir, esa especie de orden silencioso de complicidades e impunidades, que convierten al Estado en un cascarón vacío de significado en lo público, para rellenarlo con los intereses particulares de políticos, antipolíticos, empresarios, mafiosos, exguerrilleros, paramilitares, etc.

Gómez Hurtado corrió la misma suerte de otros líderes políticos que retaron al régimen: Gaitán, Pardo Leal, Galán, Antequera, Bernardo Jaramillo, Pizarro... Este mismo régimen que en los inicios del siglo XXI ya no asesinó presidenciables sino que exterminó, desplazó o domesticó a poblaciones enteras que compartían o comulgaban con aquellas ideas extravagantes y contrarias al statu quo.

A propósito de lo anterior, pienso que el actual proceso de elección presidencial será recordado por muchas cosas. Algunas poco éticas (las “bodegas” que asesinan moral y políticamente a los contradictores), otras más bien feas (el discurso de odio) y otras dignificantes (dos afrodescendiente vicepresidentas); pero, especialmente, porque es la primera vez que no exterminan a un candidato “antisistema”. Sobre el punto hay varias lecturas.

Una amable, que sugiere que asistimos a un momento histórico excepcional, en el que los representantes del régimen: empresarios, militares y políticos de izquierda y de derecha, dejaron atrás –definitivamente– la combinación de todas las formas de luchas (legales e ilegales).

Una escéptica, que sugiere que si bien los candidatos son “antisistema”, ninguno de los dos es “anti-régimen”. Hernández es un “antipolítico” que cuestiona a un orden político “indecente”, a sus prácticas inmorales y su lógica del poder, pero no amenaza – hasta ahora- a la lógica del capital ni al poder económico dominante. Petro es un político de carrera que enfrenta a la lógica del capital y al poder económico dominante, pero no amenaza – hasta ahora- al orden político “indecente”, por eso Prada, Barrera, Jattin y una buena cantidad de políticos tradicionales lo apoyan.

Mi lectura es metarrealista. Creo que el régimen entendió que era mejor cooptar que eliminar las amenazas; creo que además, como en “The Matrix”, vivimos una especie de realidad simulada, que es el resultado de otra realidad a la que no tenemos acceso. En nuestra realidad existirá un cambio político, no hay duda, cualquiera que sea el candidato ganador; pero en la otra –que es causa de esta– no cambiará nada. El régimen sobrevivirá finalmente: si gana Petro, persistirá en la clase política tradicional que le rodea; si gana Rodolfo, se perpetuará en un modelo económico injusto, inequitativo e irracional, que enriquece a unos pocos y empobrece a muchos.

*Profesor Universitario.

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