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Doce de octubre

El 12 de octubre de 1933 nació Héctor Cristóbal Hernández Ayazo. Héctor falleció el 6 de julio de 2014; tres años después del deceso de su amigo el magistrado Fabio Morón Díaz. Un domingo, la periodista Ledis Caro de El Universal me llamó para que le diera datos de la vida de Héctor, para mí el impacto emocional fue inconmensurable, no tenía idea de que Héctor hubiese fallecido. Mi ánimo se alteró y de inmediato comencé a llamar a su hermano el médico, pero me dijeron que estaba en Canadá. Con un amigo común investigué, él me contó detalles de la tragedia, Héctor estuvo mal, lo metieron en una clínica de Bocagrande, de allí a pesar de su estado, pero con esa voluntad que le salía del cuerpo, se fue a pie a un laboratorio para que le hicieran unos exámenes. En ese ir y venir finalmente en otra clínica falleció en brazos de su colega Osvaldo Zapata. La muerte de Héctor fue un caso más de “mala atención médica”. Así desapareció un abogado, intelectual de los mejores de Colombia. En esa época no quise comentar esa mala atención médica... Afirmaron: “Parece que tuvo sangrado digestivo; creo que cualquier gastroenterólogo pudo controlar el sangrado con un catéter en su esófago o estómago. No fue así...”.

Hernández Ayazo fue amigo de sus amigos, de su lealtad y amistad podemos dar fe quienes lo tratamos de cerca. Héctor Hernández y el magistrado Fabio Morón Díaz cultivaron una amistad que se inició muy temprano en la universidad, y que se traducía en largos diálogos que continuaron en la oficina de Héctor cuando el magistrado Fabio llegaba de Bogotá. Era una especie de ceremonial donde la profundidad de los temas tratados con brillantez finalizaba en acuerdos sobre aspectos diversos, con las mejores soluciones que inteligencias como las suyas concluían en acertados análisis (*). Héctor Hernández Ayazo de manera imprevista nos dejó huérfanos de su amistad, inteligencia, ética y honestidad intachable. En Hernández Ayazo se conjugaban las virtudes del profesional eficaz, y del profesor universitario.

Aún nos duele que Héctor Hernández Ayazo, el ser humano, el de la inteligencia brillante, el sabio consejero, nos haya dejado ante un futuro incierto en medio de las veleidades de una sociedad conflictiva y corrupta. Hernández Ayazo era un auténtico humanista con una cultura adquirida en lecturas fundamentales. Denunciaba diáfana y valientemente la corrupción, decía la verdad sin contemplaciones, no contemporizaba con la deshonestidad, tan en boga en un país en plena crisis moral. Con la partida de Héctor Hernández Ayazo, hubo una ausencia que todavía nos duele a quienes lo conocimos y valoramos como un símbolo de la verdadera y auténtica amistad de la que habló Albert Camus.

(*) De allí surgió El Universal de 1980.

**Exdirector de El Universal. Académico de Medicina e Historia.

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