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Dinámicas sociales

Aunque el consenso sea la mejor forma de comprometer las voluntades y garantizar la gobernabilidad, lo normal es que haya disenso. Los grupos humanos tienden a polarizarse y dividirse alrededor de tesis contrarias y antagónicas. Es un mecanismo natural que utilizan las sociedades para llegar, de manera dialéctica, a estados superiores de vida y organización. Igual que en la reproducción celular.

Eso hay que aceptarlo y hasta provocarlo, porque enriquece la discusión con nuevas perspectivas, y evita la comisión de errores; pero además porque así es la naturaleza humana. Lo intolerable es cuando la posición contraria además de antagónica es irracional; se modifica según las circunstancias; o pretende simplemente sabotear, o defender intereses personales o minoritarios, en franca contraposición con el de las mayorías. Esa oposición irreflexiva y mezquina, nunca producirá resultados positivos para la sociedad; sino que los trunca. También las luchas por el protagonismo y el poder (igual que en los mercados) deberían servir para asegurar que las sociedades seleccionen el líder que más beneficios les aporte. Pero algunas veces esas luchas son solo actitudes vanidosas o caprichosas, que se aprenden en la primera infancia, cuando los padres claudican ante el chantaje de los hijos. La forma más elemental de satisfacer caprichos es el llanto. Los padres que no aprenden a poner freno a esas mañas infantiles son responsables en buena parte, de que la sociedad tenga que soportar ese tipo de individuos. La realidad es que en la práctica, al menos en esta cultura signada por el egoísmo, la vanidad y el pantallazo, ni las luchas por el protagonismo logran que se elija al mejor líder, ni la controversia de ideas impone la más conveniente para la sociedad. Detrás de todo, son las mañas que se adoptan, las que usualmente logran imponerse. Esto es categórico; de ahí nace esa percepción de que las mayorías no siempre saben lo que quieren, y muchas veces no tienen la razón.

Excluyendo la violencia por primitiva, pero aun utilizada, y el llanto por infantil, los seres humanos en razón precisamente de su inteligencia y sus diferencias genéticas, económicas y culturales, engañan y someten a los demás (unas veces mediante el burdo mecanismo de la mentira y el terrorismo informativo; otra mediante la actuación teatral, la imagen y la hipocresía; y otra por medio de la adulación, y la locuacidad del discurso, entre muchas mas), y destruyen el mecanismo que cuando se es sincero, directo y objetivo (conductas que parecen exclusivas de los matemáticos y científicos) conduce a que la sociedad realice la mejor selección de sus líderes, y asegure estados superiores de vida y organización social.

*Ing. Electrónico, MBA.

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