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¿Contratos de exploración?

El debate sobre si se autorizan o no nuevos contratos de exploración es una discusión improductiva, extemporánea y que distrae de los verdaderos problemas de la producción de hidrocarburos y de la transición energética. Además es una discusión que tiene mucha carga ideológica y política. De hecho entre el 2014 y el 2020 solo se realizó una ronda de adjudicación en el 2016 en la que no se firmaron nuevos contratos y nunca se generó ningún debate.

Es muy probable que en unos años sí se necesite adjudicar nuevos contratos de exploración, pero en el mediano plazo al país no le va a pasar nada si en dos o tres años no se firma ninguno, porque el resultado de los nuevos contratos toma tiempo en materializarse y porque hay suficiente actividad exploratoria en marcha.

En el imaginario colectivo se ha creado el mito de que los nuevos contratos de exploración nos van a permitir aumentar las reservas de petróleo en unos pocos años, y que van a eliminar el riesgo de una escasez de gas en el 2026. Es solo un mito, alejado de lar realidad y alimentado por intereses políticos.

Si se empezara a preparar ya mismo una nueva ronda de ofrecimiento de áreas para explorar, con mucha suerte los primeros pozos podrían empezar a producir hacia el 2030, y lo más probable es que se demoren en promedio unos 10 años o más.

Porque la fase de exploración puede durar un mínimo de 105 meses (8.1 años), y un máximo de 180 meses (15 años), después de los cuales hay que gestionar una nueva licencia ambiental para la explotación, que toma por lo menos un año más antes de que empiece la producción y comercialización.

Lo anterior no significa que nos vamos a quedar sin petróleo en 7.5 años, o sin gas en 8.2 años, que es la cifra real de la duración de las Reservas Probadas (1P) de estos combustibles. La buena noticia es que con los contratos de explotación vigentes, el país cuenta con un volumen muy importante de recursos de petróleo y gas ya identificados.

Los recursos adicionales de hidrocarburos en proceso de exploración incluyen Reservas Probables, Posibles, Recursos Contingentes y Prospectivos que con más actividades de exploración y la aplicación de nuevas tecnologías tienen una buena probabilidad de duplicar las reservas de petróleo y triplicar las de gas.

La gran dificultad para tener más petróleo o gas no es la falta de nuevos contratos sino las dificultades para realizar la exploración, que son principalmente de tres tipos: uno, las sociales por la negociación -y a veces el chantaje de la comunidades de las zonas potenciales-; dos, las ambientales por la complejidad de obtener las licencias respectivas, y tres, las del orden público por las amenazas de los grupos armados ilegales. Estos son los verdaderos problemas de la política petrolera y superarlos debe ser la prioridad del Gobierno para garantizar la continuidad de la producción de hidrocarburos.

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