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¡Coches eléctricos ya!

Todo cartagenero ha visto con pesar alguna vez a un caballo cochero resbalarse, temblar o andar con sobrecarga. Las ciudades turísticas se han visto obligadas a dar pasos importantes hacia la sostenibilidad. La razón es sencilla: el imperativo mundial de readaptar la cultura humana para entender nuestra responsabilidad en el ecosistema global, y subsanar nuestras extralimitaciones con el medioambiente. Este cambio cultural implica reconocer la dignidad de todos los seres vivos y los espacios que cohabitamos. Por eso se ha brindado protección jurídica a animales y ecosistemas.

Así, resulta evidente que Cartagena se quedó atrás. Tenemos que entender que las autoridades ostentan deberes no solo con las personas, sino con el territorio y sus seres.

En los últimos días, un gravísimo informe de la Procuraduría revivió el debate sobre los caballos cocheros del Centro Histórico. Si bien en enero la Fiscalía encontró más de 40 caballos malnutridos y lacerados, este último informe analizó 82 casos de equinos, notando decenas de maltratos como bajo peso, fiebre, daños en los cascos, heridas y taquicardia. También dijo que 29 no tenían microchip de identificación y que las pesebreras de Marbella y Chambacú, estando fuera del POT, no cuentan con sistemas de manejo ambiental, drenaje, estiércoles, saneamiento básico y agua potable. Aunque la Asociación de Cocheros de Cartagena alegó estar sujeta a controles de la Umata, las cifras oficiales demuestran la gravedad del asunto.

Lógicamente, dentro del debate también se debe pensar en la garantía económica y laboral de los operadores. La discusión nada tiene que ver con antagonizarlos, sobre todo entendiendo que mantener debidamente a un equino es costosísimo. El problema radica en que la dignidad de la vida debe ser inviolable.

Así, del problema se derivan dos exigencias. Una a los entes de control, para que sigan con lupa el asunto y ordenen medidas. Y otra a la Alcaldía y al Concejo, para que aprueben un plan que lleve a que los coches hagan la transición a lo eléctrico, volviéndose una opción sostenible, sin usar caballos y asegurando este icónico servicio, así como la estabilidad y capacitación de sus operadores.

Como siempre, hay que ser creativos en las soluciones. Diferentes iniciativas ciudadanas han dado propuestas al respecto, como la de la recolecta que está avanzando para construir el primer coche eléctrico. La invitación, por supuesto, es a apoyarlas y darle relevancia al tema. La responsabilidad de la administración es inexcusable y le genera la oportunidad de figurar mundialmente como ciudad sostenible. Mientras no haya medidas serias, el distrito seguirá siendo cómplice de la lamentable situación.

*Pianista, gestor cultural y social, estudiante de Jurisprudencia.

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