El país está recibiendo apreciables sumas de dinero por tres conceptos, que pudiéramos calificar como de bonanza, pero que pueden representar una amenaza. Estos son: petróleo, carbón y café.
Los precios internacionales que se registran, nos indican que el petróleo está por encima de los 30 puntos frente a lo presupuestado y que tanto el café, como el carbón, han duplicado su precio en los mercados internacionales.
Según estimativos hechos por el exministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, las finanzas públicas tendrán un ingreso adicional, por petróleo y carbón, de US10.000 millones, cifra que puede representar un 3% del PIB.
Como hemos tenido amargas experiencias en el pasado, por la utilización de dineros que provienen de bonanzas, en donde no solo no se ha procedido a hacer una inversión adecuada, sino que se han estimulado fenómenos inflacionarios, vale la pena hacer una advertencia, para que se haga un ejercicio técnico, en donde se deduzca a qué se va a dedicar la inversión de ese dinero extra, para que no se vayan a presentar sorpresas dolorosas.
Tenemos registrada una inflación a diciembre del 5,6% y se estima que a estas alturas ya está sobrepasando el 9%, indicador que debe preocupar enormemente, pues si se aplican inversiones sin la debida programación, la inflación puede verse estimulada, castigando de esta manera de forma grave a los más pobres, que resultan ser los que van a contemplar la elevación de los precios de los artículos de primera necesidad.
Los expertos en bonanzas siempre recomiendan un ejercicio, en donde una buena parte del dinero que se recibe debe ir al ahorro; el país requiere reforzar sus reservas y hay que hacerlo en momentos en donde no es clara la propuesta de inversión, pues gastar dineros de manera súbita lleva a malas inversiones y a generar inflación por todo el circulante que aparecerá en el mercado.
También recomiendan que otra parte debe ir a pagar deuda externa costosa, pues es necesario y saludable bajar los niveles de endeudamiento. Y en tercer lugar, es posible disponer de una suma para la inversión, pero asegurando que esta sea en objetivos productivos y no en funcionamiento, sino en salud, educación e infraestructura.
Pero entre todo lo que signifique inversión, lo deseable es que la educación tenga una prioridad para que después quede un capital humano que esté en condiciones de jalonar el aparato productivo.