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Chile - Colombia

Con título de eliminatoria, es obligado comparar el triunfo de Boric en Chile, con la posibilidad de algo similar en Colombia con Petro, quien lloró con la noticia y calificó ese triunfo como un presagio del suyo y del regreso de la izquierda a la región.

Los dos se montaron en las protestas de 2019 – 2020, organizadas y financiadas “desde afuera”, defendidas por ambos como protesta pacífica, pero infiltradas por el vandalismo terrorista que nunca condenaron, pues era estrategia de campaña para aprovecharse de las necesidades populares agravadas por la pandemia.

Comunistas disfrazados de “progresistas”; admiradores de la Revolución Cubana y el Socialismo Bolivariano, hoy reniegan a medias de sus ídolos y hasta condenan el atropello a los Derechos Humanos del castrismo y de cuanto dictadorzuelo ha parido el neocomunismo del Foro de Sao Paulo en estos países.

La estrategia electoral es la misma, con una primera etapa de consignas comunistas, con el odio de clases en primer lugar, y de “causas buenas”, como cambio climático, inclusión de género y anticorrupción. En la segunda etapa, Boric suavizó posiciones para conseguir votos del centro, como vil politiquero, algo que Petro ya intenta, traicionando a quien sea y dorándole la píldora a la centro-izquierda.

Boric, revolucionario “millennial”; Petro, entrenado en Cuba y amnistiado de un grupo terrorista que asesinó, secuestró y, aliado con el narcotráfico, masacró la justicia en su palacio.

Si las promesas de Boric son populistas, las de Petro son extremas y aseguran debacle económica, profundización de la pobreza, centralización de la economía y del poder. Suspender la exploración petrolera y expropiar tierras para redistribuirlas, son apenas un ejemplo de propuestas que engañan a los pobres que dice defender y espantan la inversión.

Como en eliminatoria, así veo la cancha: una derecha víctima de sus errores, avergonzada de serlo y de sus principios; una centro-derecha más preocupada en distanciarse que en demostrar su “experiencia”; la centro-izquierda de Santos, para defender su Acuerdo y tapar sus pecados, es una colección de egos sin “esperanza”, sobre la cual Petro, en segunda vuelta, espera encaramarse para llegar al poder.

Con lo poco que tiene, Petro estará en la final. ¿Contra quién? No se sabe, y en esa confusión politiquera se desperdiciaron liderazgos claros, como el de María Fernanda Cabal. Boric, como Castillo en Perú y como Petro, son fichas de una estrategia continental que solo se combate con el orden que garantiza libertad, desarrollo y equidad.

¿Qué queremos ser, un Perú estancado, un Chile en reversa o una Colombia hacia delante?

*Presidente Ejecutivo de Fedegán.

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