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Cartagena, un desastre

El desastre institucional y social que vive el país no es exclusivo a la ciudad de Cartagena, hoy convertida en inviable, insegura en las dimensiones de la ciudad fallida, que presenta un gigantesco déficit moral, que ha generado desajustes institucionales y sociales sin precedentes.

La tranquilidad pública, la convivencia social, se ha venido cayendo a pedazos, la ruina moral, la deshonestidad institucional de las personas que han venido desgobernando la ciudad ha sido y es la causante fundamental de este Estado de cosas.

Para solucionar los ejes problémicos de esta caótica realidad debería identificarse a los causantes de esta hecatombe, estos, tienen nombres propios, pertenecen a una muy bien organizada banda de criminales que se presentan como servidores estatales, siendo estos, los sepultureros del orden social. Estos bandidos, deben ser en democracia, reemplazados y en justicia sancionados.

Estos poderosos, pero minoritarios grupos, han corrompido la función pública, permeado a sectores sociales, estos últimos que aprisionados por la trampa de la pobreza y otros que en la lucha por la subsistencia, han caído en el reinado, de la ley, del “sálvese quien pueda”, por fuerza de la necesidad de vivir en dignidad o subsistir. Estos, en alguna medida, también son corresponsables.

La ciudad de Cartagena, no tiene rumbo, luce desorientada, el Estado Distrito no controla, no regula, los hombres y mujeres que gobiernan, son muchas veces la suma de intereses particulares, avaricia y codicia elevada a la máxima potencia, en predominio de toda clase de torcidos. Estamos en manos de mafias, que han infiltrado la gestión pública.

Las consecuencias de este estado de cosas, han sido y son catastróficas, por cuanto han llenado de indiferencia a la población, a las entidades privadas, que ante, la ausencia de gobierno, buscan desarrollarse y vivir en forma independiente, algunas veces sin sentido solidario y comunitario.

El sentido de la justicia, del servicio público, amenaza con desaparecer, al punto, que una inmensa insensibilidad humana, una fría indiferencia, ha penetrado en las esferas del Estado, de las entidades privadas y de la sociedad, condiciones necesarias, para que este cataclismo, este descomunal y peligroso caos, se siga eternizando.

Los operadores estatales en muchos casos, frente a la desgracia que vive la ciudad, miran hacia otra parte o tienen otros intereses, que les impide intervenir este descomunal desgobierno, generador de muchas inseguridades.

Las cosas no están funcionando bien en Cartagena, por cuanto, la mayoría de los funcionarios de la administración distrital están dedicados a otras cosas, a la defensa de sus propios intereses, muchos de ellos foráneos, a los que poco o nada, les interesa la suerte de nuestra gente, por cuanto, una vez, terminado el periodo de esta alcaldía, cogerán sus motetes y se irán para sus ciudades.

Las soluciones no están a la vista, no se ven en la actual administración, pese al discurso anticorrupción del alcalde distrital, por cuanto en este gobierno, hay funcionarios de dudosa catadura moral, dedicados a enriquecerse con los dineros públicos, basta ver, lo que está pasando en las alcaldías locales, verdaderas escuelas de la corrupción y del chanchullo.

E Cartagena, no habrá estabilidad económica social para la población, mientras la corrupción siga apropiándose de los recursos públicos, creando inequidad e injusticia colectiva, por ello, esta crisis debe convertirse en oportunidad, porque los problemas indican sus propias soluciones, son fuente de reflexión, que hacen nacer los procesos y acciones transformadoras. Ser realista, no implica ser pesimista, por el contrario, es diagnóstico que alimenta modificaciones profundas. Ello, es posible, seguro que sí.

Adición urgente:

1. Sin palabras, enmudecemos, ante la ola de crímenes que a diario, se dan en Cartagena.

2. Sin palabras, enmudecemos ante la muerte del doctor, Carlos Morales, un importante abogado, que cae por las balas asesinas del crimen. Q.E.P.D., nuestras condolencias a toda su familia.

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