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¡Arranquemos ya!

En Cartagena, el alcalde Dau trabaja arduamente en su intento por salvar vidas. Para ello ha pregonado incansablemente el “quédate en casa” y otra frase que tiene que ver con los pendejos. Muchos cartageneros, conscientes de la importancia y efectividad del confinamiento, hemos acatado la orden de buena gana o con resignación muchas veces explosiva, porque comprendemos que por lo pronto no hay otro camino. Sin embargo, otro grupo de personas muy numeroso sigue resistiéndose a cumplir con el obligatorio retiro.

Impresiona ver en las redes sociales barrios enteros y lugares específicos -léase Bazurto-, atestados de hombres y mujeres, muchos sin protección alguna, en flagrante violación de lo ordenado. Sin embargo, es claro que aquellos que viven del día a día no pueden quedarse en casa porque ellos mismos y su familia, por lo regular numerosa, no comen y por ello se ven precisados a salir en busca del sustento.

La alternativa obvia es que el Gobierno les procure el alimento, con lo que mermaría la presión. Quedarse en casa para pasar hambre no lo hace nadie, así le manden al Esmad.

En mi consulta a varios médicos amigos, hubo coincidencia en que hay que incrementar, mínimo, un 15% las estadísticas de contagios; que “lo peor está por venir”, el llamado “pico”, que aseguran llegará en la primera quincena de junio, con lo cual la necesidad del confinamiento, total o parcial, seguramente se prolongará con final incierto; que la curva de contagios no bajará mientras la población mayoritaria siga en las calles (el propio alcalde anunció que en un solo día -mayo 8- la ciudad tuvo 93 contagios nuevos y 4 muertes); que nuestro sistema hospitalario es precario y por ende no está preparado para resistir masivos contagios -abundancia de escasez-, añado, ya los hospitales están rechazando enfermos, porque sus pocas camas estaban ocupadas con pacientes ingresados por supuesto COVID-19, pero como la certeza del diagnóstico solo se tiene cuando llegan los resultados de las pruebas, lo cual es bastante demorado, la rotación de camas se ralentiza, ya que es muy posible que no todos los pacientes salgan positivos.

Me informaron, además, que entre los planes del Distrito está habilitar los 4 pisos desocupados del Hospital Universitario, pero personalmente me temo que su estructura, abandonada por más de 10 años, sus condiciones no sean propicias para la rapidez que requiere la inminente llegada del pico. Otras clínicas, en cambio, tienen espacio para recibir camas de inmediato. Incluso, el Coliseo Bernardo Caraballo podría habilitarse rápidamente para este fin, como hizo Bogotá con su Plaza de Ferias. Hemos perdido demasiado tiempo en empezar con estas implementaciones y adecuaciones. Estamos a pocos días del pico y todo es escaso. No queda otra que guardarnos en casita.

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