<img src="https://sb.scorecardresearch.com/p?c1=2&amp;c2=31822668&amp;cv=2.0&amp;cj=1">

Año nuevo, vida vieja

Por estos días de temporada se incrementa la afluencia de visitantes a Cartagena y siempre surgen algunas polémicas por las experiencias negativas que tienen algunos. El 2022 no es la excepción y nuevamente se presentan eventos de racismo en algunos restaurantes, de abuso de precios en alguna playa, de un caballo cochero cayéndose frente a varias cámaras dispuestas a grabar el suceso o de trancones en los alrededores del Centro Histórico. Esto nos recuerda que, a pesar del año nuevo, la vida es vieja.

Es triste ver estos episodios ocurriendo año tras año sin darles una solución de fondo por parte de las autoridades. ¿Será tan compleja la problemática que no es posible solucionar al menos uno cada año? Esto permitiría ir disminuyendo la lista de pendientes con el tiempo. Seguramente surgirán nuevos desafíos, pero deberíamos proponernos resolver al menos uno de esos pequeños problemas que, con el paso del tiempo y la falta de correctivos, se convierten en grandes.

Por ejemplo, los caballos cocheros han estado en el debate público en los últimos años y esta temporada no fue la excepción. Hace 25 años existían unos pocos que paseaban por el Centro Histórico para atender al relativamente pequeño número de visitantes. Con la mayor afluencia de turistas, aumentó la oferta de coches y, por supuesto, la competencia entre ellos para hacer el mayor número de viajes.

En algún momento se tomaron medidas como designar un espacio frente al parque La Marina para que ellos se parquearan y la idea era que el turista fuese hasta allá a demandar el servicio. No se permitía la libre circulación en busca de pasajeros como ocurre actualmente. ¿Será muy difícil establecer unas reglas para la operación de los coches? ¿Se tiene un censo del número en circulación? ¿Quién otorga las licencias y quién supervisa el cumplimiento de los estándares mínimos para la salud de los caballos?

Si bien es una tradición y los cocheros tienen el derecho a realizar su actividad económica, también es cierto que el Centro Histórico debe tener un tope para la explotación de distintas actividades económicas, no solo los cocheros sino todas las actividades que ocupan el espacio público y crean un caos que afecta el patrimonio y dificulta el disfrute de este por parte de turistas y residentes. Admito que desconozco las reglas existentes para esta y otras actividades en la ciudad, así como los responsables de que esas normas se cumplan. Pero lo que aparentemente tiene una solución estableciendo reglas para respetar el patrimonio, el derecho al trabajo, el disfrute de los espacios públicos por locales y foráneos, entre otros, termina siendo un problema eterno. Ojalá la administración distrital inicie una estrategia de corrección de al menos uno de esos problemas y que en el 2023 iniciemos con al menos uno de esos viejos problemas resueltos.

Más noticias