No salgo de la borrachera seca que me produce el pensar sobre la trazabilidad existente y la materialización de la protección costera. La Unidad Nacional de Gestión de Riesgos y Desastres concluye la escogencia sobre quién recaerá la inmensa responsabilidad de ejecutar el macroproyecto, proceso que aún mantiene muchas betas oscuras sin explicaciones, claridades y responsabilidades que se esfuman bajo el pretexto de no dilatar su inicio, pues perderíamos una inmensa oportunidad que no tenemos del Gobierno nacional hace muchos años. Me entristece escuchar líderes comprensivos y benevolentes con la conducta del desacierto, identificados con los equívocos a mejor forma del síndrome de Estocolmo, por el trastorno del complacetismo y del ausentismo de reacción que se traduce en agradecimiento.
Le estamos pidiendo a la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez que informe a los cartageneros de dónde saldrán los recursos por el ajuste de valores como consecuencia de haber parado el proyecto. No conocemos aún el soporte jurídico para que el vencimiento de la calamidad pública y no sea este el motivo que entorpezca la ejecución, no conocemos la claridad de los 6.900 millones que en su momento la UNDGR dijo se habían invertido, como también los 21 mil millones que el diario El Tiempo anunció habían gastado en estudios previos. Eso lo dejamos al resorte del gobernante y de sus congresistas, pero valdría la pena preguntar, ya otorgado este contrato, quién nos cuenta lo concerniente a la doble calzada que se hará paralela a las obras de protección, dónde están los informes sobre los 37 mil millones para box colver y drenajes del sector, cómo se va a plantear el cobro por Valorización.
Qué será de los ciudadanos retirados de sus frentes de trabajo, quién nos cuenta sobre el cumplimiento de la responsabilidad social y sus compensaciones, y quién responde por los carperos y vendedores de playa mientras se construye.
Es aquí donde reclamamos a la oficina de desarrollo económico del distrito que abandere una lucha práctica de reactivación económica, saliéndose del papel de la teoría y la formalidad, arriesgando más con la revolución de las pequeñas cosas y la modificación excepcional urbanística que pueda generar y remplazar la mano de obra turística en la construcción y que solo es posible si Planeación Distrital escucha nuestras sugerencias.
Preguntamos por la metodología constructiva, cómo vamos hacer con la malla vial, la ocupación de vías y traslado de piedras. Vamos perdiendo temperatura, a medida que transcurran los meses podemos quedar, como dicen los abuelos fritos, no nos revive nadie, nos invadió el algor mortis, en español, el frío de la muerte.
*Concejal de Cartagena.