Al Gore, vicepresidente de Estados Unidos durante el mandato de Bill Clinton y candidato del Partido Demócrata en el 2000; ese año ganó las elecciones con el voto popular y perdió con George W. Bush, con el “famosísimo Colegio Electoral”. Gore es premio Nobel de Paz debido a su activa campaña sobre el cambio climático. Es autor de un excelente documental: “La verdad incómoda”. Es el único adalid reconocido internacionalmente por esa lucha. Sin embargo, ignoraron su llamado. Los efectos ya se ven en los EE. UU. con las insólitas tormentas de nieve que hacen invivible ciertos estados en ese país. Gore fue congresista por Tennessee. Gore sostiene que los impactos del cambio climático van mucho más allá de un leve incremento en la temperatura global. Sus consecuencias se hacen sentir de manera crítica, en todo el planeta. Esta situación afecta la salud, el desarrollo social, la paz, la política y la pobreza, por nombrar solo algunos. Está ocasionando que millones de norteamericanos abandonen sus hogares y buscan donde vivir, sin huracanes, inundaciones y olas de calor. Gore afirma que la energía atrapada en los contaminantes generados por el hombre y perjudiciales para el calentamiento global es equivalente a la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima. Las patologías que han experimentado un crecimiento en los últimos años son: el dengue, la chikunguya, el virus del Nilo Occidental, mal de Chagas y el virus del zika.
El Cambio Climático está afectando a Colombia que no es considerada como uno de los países que más contribuya a esa problemática, sin embargo, ha perdido miles de hectáreas de bosque que producen oxígeno al planeta. A pesar de que no generamos grandes cantidades de gases de efecto invernadero, somos uno de los países más vulnerables. Hay cinco efectos visibles que demuestran cómo el calentamiento global está atacando con fuerza: el derretimiento de los glaciares, blanqueamiento de corales, pérdida de playas y erosiones costeras, que ponen en peligro a los humanos y a los animales. Las inundaciones en Cartagena y el huracán Iota en San Andrés y Providencia es un ejemplo de ello. Es ostensible la pasividad del Gobierno ante el daño debido al cambio climático. En Colombia se sigue insistiendo en las minas de carbón a pesar de que están en extinción y también el petróleo como fuente de energía lo cual es un absurdo.
Deberíamos como país promover la energía eólica que genera energía limpia, con las Torres y Techos solares en La Guajira y toda la Costa Caribe. Energía limpia y de fácil distribución en los departamentos. Toda esta situación es una muestra de la falta de visión gubernamental y de los ciudadanos de las regiones que prefieren estar a expensas de los “embalses y negociados” de los avivatos del país que todos sabemos dónde están.
*Exdirector El Universal. Académico de Medicina e Historia.