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Abel sin cabeza, Prisca sin estudiantes, canoa sin remos

En mi Cartagena del alma la ineptitud de nuestros dirigentes sobresale cuando analizamos y tratamos de explicar lo críptico que es el titular de esta columna. Abel Leal Díaz, el inmortal “Tigre del béisbol”, el bate dorado que nos dio tantas carreras de ensueño en los diamantes de Colombia y del Caribe entero yace sin cabeza y sin bate en la ciudad olímpica de Cartagena que lo había honrado con una estatua a tamaño natural.

Desafortunadamente ya hace más de dos meses un golpe certero de una pelota de fútbol le había arrancado la cabeza de tajo y el bate de la mano; ¡qué espera el aficionado, sino que a los pocos días del accidente el Ider, el instituto del deporte, mandara a sustituir con una cabeza y un bate nuevo la estatua deturpada de este gran cartagenero, pero no, adivine, ya han pasado varias semanas y la estatua para vergüenza nuestra como ciudadanos y vergüenza de ellos como dirigentes sigue descabezada, ¡qué pena!

Lo de doña Prisca es todavía más vergonzoso porque se trata de una señora, una dama que construyó una escuelita de tres casitas en el barrio Nelson Mandela, unos salones con pupitres y todo lo necesario pero no está funcionando porque la Secretaría de Educación no se ha percatado que en uno de los barrios más deprimidos de la ciudad hay una instalación que parece una casa de muñecas donde no han podido recibir clases los niños del barrio porque por razones burocráticas no se le ha dado a esta dama la atención merecida.

La fundación Corazón Contento va a utilizar la instalación para un ulterior comedor social y para ayudar a dar clase y a conseguir la atención de la secretaria de Educación que debería estar agradecida con doña Prisca por meterle a disposición una infraestructura limpia para nuestros niños.

La Fundación Canoa, con el ánimo de rescatar la carpintería de ribera que ha hecho de Cartagena la constructora de las famosas goletas que llenas de mercancías hacían los grandes viajes del Chocó hacia La Heroica, organizó con el apoyo de la dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura y de la Escuela Taller de Cartagena, unas clases en la población de Bocachica con taller en el antiguo castillo de San Fernando, más de cincuenta jóvenes bocachiqueros se inscribieron y recibieron clases en distintos oficios tradicionales como gastronomía, carpintería de ribera y albañilería, el castillo de San Fernando hubiera podido ser ahora un acervo de cultura y de emprendimiento y se hubiera podido relanzar Bocachica turisticamente pero nada de esto, el proyecto se inmovilizó, los muchachos se quedaron sin aprender y la Canoa se quedó sin remos.

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