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“El vallenato es mi primer amor”: Diana Burco

Guiada por su convicción, la cantautora ha logrado abrirse camino en un mundo que se le hacía hostil, pero familiar para avanzar.

Nació en Bucaramanga, bajo el influjo de los juglares, que si bien no pertenecen a esa tierra, hacen que la pasión se despierte en quien escuche las notas de un acordeón. No hubo referente familiar con un instrumento, a cambio la motivación jamás faltó, y el resultado se aprecia con un reconocimiento que va más allá de la simple admiración.

Diana Burco es cantautora, acordeonera, actriz, de otra parte, es la primera mujer nominada a los Premios Grammy en la categoría Cumbia/Vallenato, toda una proeza en una práctica que aún hoy, cuando los conceptos se nutren de mayor conocimiento, sigue considerándose exclusiva de hombres.

Sin ser costeña, Diana mantiene una conexión especial con el vallenato y sus mejores exponentes.

Valora la conexión física con un instrumento y el violín fue su primera experiencia en la interpretación, sin embargo, a los doce años, cuando empezó a definir lo que quería construir, se remitió a lo que Tomás, su padre, había inculcado sin proponérselo, él era asiduo seguidor de los juglares y el acordeón en el pecho era exactamente lo que había ideado.

Sintiendo que no había límites, llegar a Valledupar fue el paso a seguir, involucrándose de lleno en cada uno de los aires del género bajo la tutela académica de Andrés Gil, para quien hoy tiene más que respeto, admiración, toda vez que no le dio un pescado, la enseñó a pescar.

“El vallenato es mi primer amor”: Diana Burco

El llamado del Caribe

Los viajes por este territorio dueño por derecho propio de la música de acordeón se extendieron por cuatro años, tiempo en el que pudo ver que ese folclor vive muy arraigado en los lugares, en las personas, pero también le significó enfrentarse a una sociedad y formas de ver la vida desde un patriarcado que le hizo percibir situaciones incómodas.

La búsqueda se dirigió a encontrar a alguien que le diera una razón, llegó a Rita Fernández, la gran cantautora que le abrió un universo con palabras certeras. “La música no tiene la culpa”, fue la expresión más adecuada para despejar complejidades que se iban tejiendo conforme continuaba el camino.

Participar en festivales donde la idea de ver el acordeón en manos de un “macho”, fue determinante en su posición, Diana aclara que nunca lo normalizó, a cambio dio un paso al lado antes de ir en contra de lo que esperaba lograr. Esta vivencia quedó consignada en su canción “Viejo amor del Valle”, grabada para su primer álbum.

Volver a lo clásico se hizo inminente en su ingreso a la Universidad Javeriana, donde estudió música y composición, rindiéndole un culto a la disciplina sin perder la aventura de continuar viajando. Esos periplos por la Sabana la llevaron a encontrar un nuevo sonido del acordeón que le hicieron entender que hay otra parte de ese paisaje y el nuevo descubrimiento fue la cumbia.

Sin entender la industria, Diana se aventuró a grabar, fue cuando llegó la oportunidad de actuar en “Tarde lo conocí”, la novela basada en la vida y obra de Patricia Teherán, y el recurso percibido fue el soporte económico para ese primer trabajo.

El álbum debut en 2018 representaba ese esfuerzo que le daba todo el valor a su constancia, y haciéndole mimos cada vez que podía, por curiosidad lo inscribió a los Premios Grammy, logrando para su grata sorpresa, una nominación al lado de figuras como Silvestre Dangond y el Maestro Juan Piña.

El vallenato tiene un camino claro, sin embargo, Diana Burco decidió seguir por la trocha, con los altibajos de un camino complejo, pero que al final la llevaría a un mismo lugar, una opción muy provechosa en su caso.

Los sonidos que enriquecen

Afirmando que el vallenato es su primer amor, no deja de tener un respeto profundo por el género y por eso no opta por nombrarse cantante vallenata. Su primer álbum tuvo un par de piezas que indiscutiblemente hacen parte de ese sonido, pero también se acercó a la cumbia y muchas fusiones que parten de su origen, los estudios clásicos y un recorrido investigativo que la sitúa en otras bases.

Explorando su faceta de compositora, se descubrió a través de la música que hace, fue como un espejo que la llevó a aceptarse y al tiempo estar expuesta a que el mundo viera ese proceso que llevaba implícito mucho amor.

En ese tiempo terminó la carrera universitaria y en medio de sus viajes conoció a Carmelo Torres, quien se volvió un referente que la conectó con San Jacinto, la población que carga consigo una historia de violencia, pero una nobleza grande que le hizo entender el poder de la cumbia. Allí empezó a comparar lo que se hace en ese territorio y su influencia sobre México, además de que la cumbia carga con la gentileza de ser de todos.

“Río abajo” en 2021 es el segundo álbum y es la descripción de la Diana viajera, donde hay canciones con infinidad de fusiones. Acordeón, piano, hip hop y cumbia, en general se plasma esa alma nómada que demuestra todas las posibilidades musicales.

Con este trabajo pudo girar por Estados Unidos, obtuvo una beca del Departamento de Estado y entendió el poder de transformación que tiene como mujer, y eso se logra cantándolo porque hay un muro que se debe derribar. La academia lo ubicó en Tropical Contemporáneo, es decir, donde se explora más y allí compitió con Gloria Estefan, Los Billos, entre otros.

En octubre saldrá un tercer álbum de Diana Burco, estará dedicado a la cumbia y ya ha presentado dos canciones que hacen presagiar la calidad del mismo. “Mal amores” es una canción que habla de esas malas relaciones escogidas; y ahora se escucha “De mi miedo”, con una historia particular que está ganando terreno.

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