Respetar y abrazar la diferencia, así como rescatar su valor de unicidad, es la premisa de muchos de los movimientos que luchan en contra de la discriminación, ya sea por razón de orientación sexual, raza, talla o género. Aunque menos conocida, bajo esa consigna también hay una iniciativa que combate los estereotipos contra ciertas condiciones neurológicas: la neurodiversidad.
Aunque ahora está en auge, este concepto fue planteado desde finales de los años 90 por Judy Singer, una socióloga australiana dedicada al estudio del autismo y autora de varios libros sobre esta condición, a fin de combatir el estigma de que las alteraciones del cerebro son enfermedades discapacitantes. Singer buscó cambiar la percepción social hacia quienes tienen un desarrollo neurológico diferente, explicando que tienen formas diversas de ver el mundo.
“Esa es la idea básica de la neurodiversidad: que las diferencias no deben ser consideradas como desventajas. No son problemas que deban “arreglarse”. Simplemente son variaciones del cerebro humano”, explica una publicación del portal web Understood, dedicado a quienes piensan y aprenden de manera diferente.
El concepto de la neurodiversidad, también conocido como neurodivergencia, abarca los Trastornos del Espectro Autista (TEA), como el autismo y el síndrome de Asperger; Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y otros relacionados con dificultades en el aprendizaje, como la discalculia (problemas para realizar operaciones matemáticas) y la dislexia (inconvenientes con la lectura).
Diferencias en vez de trastornos
Uno de los puntos claves que propone el movimiento de las neurodiversidades es reemplazar los términos ‘trastornos’ o ‘enfermedades’, que están cargados de connotaciones negativas, por ‘diferencias’ y así promover la inclusión en escenarios esenciales para su desarrollo humano, como la escuela y el trabajo.
“La intención no es otra que sustituir un vocabulario por otro, usando terminología sin estigmas en contraposición a conceptos como enfermedad, patología o deficiencia mental. En un principio fue una idea con mucha fuerza en el sector científico pero existen cada vez más límites estrictos con la aplicación de estas”, explica Sumaya Palomino, sicóloga clínica cognitivo – conductual.
En pro de la construcción de la identidad
Otro de los puntos esenciales que propone el movimiento de la neurodiversidad es contribuir a que el desarrollo de la identidad, de la autoestima y la autopercepción de quienes tienen una alteración neurológica no se base en el aislamiento o en el rechazo por sentirse menospreciado; al contrario, reconocer la forma de pensar o de procesar la información como cualquier otro rasgo de su personalidad que los hace únicos.
“La neurodiversidad se ha convertido en algo con lo que muchas personas, especialmente adolescentes, se sienten cada vez más cómodas de utilizar para identificarse a sí mismas. Para los niños en edad escolar que tienen dificultades sociales, identificarse como neurodiversos puede ser una forma de dar sentido a lo que están viviendo (...) También puede ayudar a crear un sentido de comunidad con otros que se identifican como neurodiversos”, explica Stephanie Lee, directora del Centro para el TDAH y trastornos del comportamiento del Child Mind Institute (Estados Unidos) en una publicación de la web de dicha entidad. Le puede interesar: Esperanza y calidad de vida para el Autismo.
El autoreconocimiento como persona neurodiversa también contribuye a lograr más diagnósticos clínicos, pues quienes se identifiquen como tal pueden conducir a sus familias a evaluaciones profesionales que conduzcan a un tratamiento efectivo para validar y mejorar sus experiencias.
Asimismo, los padres que afronten comportamientos atípicos en sus hijos tienen la posibilidad de encontrar en la neurodivergencia la explicación y el camino para entender lo que ocurre.
“Estos niños pueden acabar o no con un diagnóstico de autismo, pero una evaluación suele ser un paso importante para ayudarlos a sentirse mejor y enfrentarse a los desafíos”, resalta Lee.
¿Y el tratamiento médico?
Al buscar normalizar ciertas condiciones médicas, la neurodivergencia podría resultar confusa para los pacientes y sus familias, quienes bajo este concepto podrían prescindir del tratamiento médico. Por ello es importante resaltar que a lo que le apunta el movimiento de neurodiversidad es a los prejuicios sociales que acarrean los términos médicos, como trastornos o discapacidad, pero entender que esas diferencias son normales no exime del tratamiento con los especialistas.
“La neurodiversidad pretende, de algún modo, normalizar las diferencias entre las personas que presentan alteraciones mentales y aquellas que no. Por ejemplo, la dislexia es normal en el sentido que no debe afectar el desarrollo profesional ni personal, ni debe ser una excusa para recibir un trato discriminatorio, simplemente es una condición; esto nos lleva a aceptar las diferencias como una variación natural del cerebro humano de la que no se tiene control”, explica Palomino.
La especialista resalta que el tratamiento para las neurodiversidades “incluye la terapia cognitivo conductual para fortalecer la autoestima y aceptación (se trabaja pensamientos, creencias y comportamientos desadaptativos), técnicas en entrenamiento en habilidades sociales, solución de problemas y técnicas dirigidas a promover el autoconcepto, apoyando la búsqueda del talento neurodiverso”.
Sicólogos, neurosicólogos y psiquiatras son los profesionales a los que se debe acudir en primera instancia para el diagnóstico de las neurodiversidades. Puede leer: Día Mundial de la Concienciación sobre el Autismo.