Apenas el 1,5 % de los seres humanos serían incapaces de distinguir entre diferentes tonalidades, según un estudio del European Journal of Genetics y solo el 4 % presentarían alguna discapacidad neurológica que inhibe directamente su habilidad musical, según investigaciones de Trends in Cognitive Sciences. Esto quiere decir que la mayoría de las personas tienen la capacidad para desarrollar destrezas musicales.
“Casi todos tenemos aptitud para la música. A muchos nos gusta escuchar discos, comprarlos, cantarlos y bailarlos. Casi todos podemos interpretar un instrumento, sea la voz, el piano, la flauta dulce o el que más nos llame la atención”, dice Miroslav Swoboda, guitarrista y docente de la Institución Universitaria Bellas Artes y Ciencias de Bolívar.
Desde pequeños, manifestamos afinidad por este tipo de expresión artística de un modo casual, pero es solo cuando comenzamos a dedicarle tiempo a aprender los fundamentos es que empieza la educación musical. Le puede interesar: La educación musical y su influencia mágica.
Al inicio
Es poco probable que un joven progrese si no tiene estímulos que le permiten interesarse en la música más allá de la escucha. Por ejemplo: es mucho más factible que empiece a tocar si hay instrumentos en la casa, músicos en la familia o amigos que ya tengan experiencia. Igual de importante en esta etapa es que sus parientes más cercanos estén dispuestos a financiar su interés, a escuchar sus dudas y a estar atentos a sus avances.
Es a través de esas experiencias que un potencial músico empiece a hacerse una idea de qué les gusta. Pero antes de hacer la inversión y conseguirle una trompeta, por ejemplo, es bueno exponerlo a los retos que enfrentará con su instrumento de preferencia pidiendo uno prestado y observando tutoriales informativos.
Miroslav Swoboda
“En el caso de los metales y las maderas, quien los quiera aprender se dará de frente con la embocadura”, comenta Swoboda. Esto es decir que la trompeta, la flauta traversa, el clarinete, el oboe, el trombón y la tuba, entre otros, se deben soplar de un modo muy específico, o simplemente no sonarán.
Quien esté dispuesto a dedicar algunas horas al día a tratar de sacarle un sonido estable a la trompeta, a recordar dónde están las notas del violín, a aprender a utilizar ambas manos con el piano, o a cultivar la voz de pecho puede estar seguro de que saldrá adelante. “El aprendizaje llega hasta donde uno dice ‘yo no puedo con esto’”, dice Miroslav Swoboda. A algunos les bastará con aprender algunas cosas sencillas, otros querrán ir más lejos.
La formación es muy importante
Cuando el estudiante ya tiene su instrumento, le dedica varias horas al día y está interesado en convertirse en un músico de profesión, lo ideal es conseguirle un buen tutor que le ayude a fortalecer sus conocimientos básicos y le enseñe no solo a tocar mejor, sino también a entender la música a través de conceptos como el solfeo, las tonalidades, las escalas, la armonía y el ritmo, entre otros.
Si el estudiante se decanta por ganarse la vida con la música, lo mejor es introducirlo a una academia especializada. Ahí, enfatiza el profesor Swoboda, conocerá a instrumentistas y cantantes con su mismo perfil y de su mismo nivel, lo que le permitirá intercambiar ideas, crecer a la par de otros y, debido al ambiente de la academia, evitar mucha de la inseguridad e inestabilidad que se asocia con los músicos de calle y es lo que hace a muchos padres renuentes a permitirle a sus hijos asumir esa profesión. Puede leer: Talento que noquea a la adversidad.
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