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Escasez de suministros y pandemia: ¿cómo se relacionan?

A lo largo de todo el globo se habla de la falta de materias primas, de contenedores insuficientes, de “cuellos de botella” e incluso de “desglobalización”. Conozca aquí por qué.

Cuando el brote de COVID-19 se convirtió en pandemia, los negocios del mundo se vieron obligados a cesar sus operaciones durante meses. Las consecuencias comerciales no se hicieron esperar: recesión, despidos masivos y un desfase completo en el funcionamiento del comercio internacional. Esto último es la llamada “crisis de la cadena de suministros”, un fenómeno cuyas consecuencias todavía se sienten y que, según los pronósticos de CEO y analistas, duraría hasta el 2023.

Panorama general

El comercio mundial pasa por un “cuello de botella”, que se originó por los cierres de fábricas y puertos estratégicos, debido al comportamiento del virus en ciertos países como China, Japón, Corea del Sur e India, donde se manufactura el 42,3 % de los productos que se distribuyen en el mundo, según datos del 2019 de la División de Estadísticas de las Naciones Unidas.

Ese es el primer factor: fábricas cerradas equivale a menos unidades para distribuir y más dificultades para cubrir la demanda, especialmente cuando no hay una producción local que la supla. A esto hay que sumarle cancelaciones en los pedidos, los acaparamientos masivos en algunos sectores y el siguiente factor decisivo: las unidades se quedaron acumuladas en el puerto de origen y no se transportaron hasta que llegó la reactivación, con el inconveniente de que no había ni más barcos, ni más contenedores, ni medios de transporte más grandes para agilizar las entregas pendientes y recuperar el tiempo perdido. El comercio mundial está retrasado y no tiene cómo acelerar la marcha.

Pese a la coyuntura, las terminales del puerto de Cartagena no han cerrado y adaptaron sus procesos a los protocolos de bioseguridad.

Luis Fernando Silva Mateus, director de posgrados en Logística, Producción y Operaciones de la Universidad de La Sabana, señala que eventos como el desastre de Fukushima (un importante centro portuario e industrial) en el 2011, el Brexit, la guerra comercial entre China y EE. UU. y los cambios introducidos por las políticas sostenibles ya estaban evidenciando los problemas de la cadena de suministros, que la pandemia ha dejado por completo al descubierto: la excesiva dependencia de las fábricas del este asiático, la debilidad de muchas industrias locales y la inflexibilidad del sistema de transporte marítimo, que lo deja expuesto a toda clase de contratiempos.

Si a todo esto le agregamos una crisis energética, provocada por el cambio climático, que elevó los precios del carbón y afectó los costos de producción y distribución, tenemos un mundo que experimenta una escasez de microchips y semiconductores (y de electrodomésticos en general), de materias primas como la madera, de materiales de construcción como el acero, de ciertos alimentos como el café y de recursos energéticos como el gas natural.

74 %
de las empresas en Colombia midieron su costo logístico en 2020.

Los efectos en Colombia

Nuestro país no es ajeno a las consecuencias de la crisis y ha experimentado una escasez de autos y de electrodomésticos, debido a que dependía de las importaciones del mercado chino para surtirse de esos productos, o de los materiales necesarios para fabricarlos. Afortunadamente, según el profesor Luis Fernando Silva, no experimentamos escasez de alimentos debido a que el país “tiene un bueno nivel de producción básica. La mayoría de nuestros productos de consumo son de producción nacional”. Le puede interesar: ¿Por qué no hay una marina mercante en Colombia? Estas son las razones.

En respuesta a la crisis, las industrias colombianas empezaron a adaptarse y a identificar problemas que antes no eran tan evidentes. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Logística de 2020, “el 74 % de las empresas miden su costo logístico, cifra superior que en el año 2018. El porcentaje de las empresas del país que conoce al menos una herramienta tecnológica llegó al 88,7 %, mientras que dos años antes esa cifra se ubicó solo en el 69,3 %”. En general, los datos apuntan a que el sector está en busca de soluciones a través de la digitalización, así como de equipos y personal más capacitados para manejar los imprevistos. Puede leer: Conectividad, esencial para el comercio exterior.

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Una alternativa
De acuerdo con el profesor Silva, la crisis ha llevado a algunos expertos a exponer la necesidad de una “desglobalización”, lo cual implicaría fortalecer las industrias locales, diversificar los proveedores, depender menos del transporte marítimo a gran escala y, en general, toda una serie de medidas que hagan a las naciones menos vulnerables a los vaivenes del comercio internacional. Por supuesto, una solución así requeriría de mucha infraestructura, de incentivos y de cambios importantes pero sería el primer paso para que muchos países comenzaran a volverse económicamente autosuficientes.

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