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Claves para comprender la evolución de los festejos novembrinos

A lo largo de dos siglos, la conmemoración del momento en que Cartagena se separó de España ha tomado muchas formas.

Para comienzos del siglo XIX, el imperio español estaba en plena decadencia. No sólo tenía que lidiar con las revueltas en sus colonias y la dificultad de administrarlas, sino que además fue invadido por Napoleón Bonaparte y el monarca de turno, Fernando VII, fue reemplazado por José Bonaparte, hermano del general corso.

Muchos territorios de América conformaron juntas autónomas de gobierno mientras esa crisis de poder pasaba, pero uno de ellos fue más lejos y aprovechó la oportunidad para separarse por completo de España: la ciudad, y más tarde la provincia, de Cartagena, en el Virreinato de la Nueva Granada.

El ‘Corralito de Piedra’ se convirtió así en una de las primeras ciudades de América en consolidar su independencia y las celebraciones no se hicieron esperar. Para 1812, la fecha ya era conmemorada con actos oficiales y jolgorio entre toda la población. Desde aquellos años hasta nuestros días, esta fiesta, sus componentes e importancia han variado mucho.

El comienzo

Durante el siglo XIX (exceptuando los años de la Reconquista, 1815 a 1821) las Fiestas de Independencia estaban marcadas por marchas, discursos patrióticos, himnos, misas y, después de toda esa pompa, algunas manifestaciones de regocijo general, que podían durar varios días.

Estas incluían elementos tan diversos como “carros alegóricos elaborados por los artesanos, corridas de toros, fiestas en los clubes, bailes populares al aire libre, mascaradas, guerra de buscapiés, mojigangas, conciertos de música clásica, concursos de gaitas, cumbiamba, ofrendas florales a los mártires, representaciones teatrales de hechos históricos, juegos florales, retretas, regatas de botes, juegos pirotécnicos y hasta boxeo y riñas de gallos”, detalla la investigadora Gina Ruiz, en la tercera edición de la ‘Guía de las Fiestas de Independencia del 11 de Noviembre’.

Los reinados

El primer Concurso Nacional de Belleza se celebra en Cartagena en 1934 y es promovido por el exalcalde Ernesto Carlos Martelo; entretanto, el primer Reinado Popular (hoy Reinado de la Independencia) tuvo lugar en 1937.

Hacia los años 50, el Concurso Nacional empezó a imponerse cada vez más sobre las celebraciones populares y las efemérides debido a su potencial comercial y turístico.

No fue sino hasta inicios de la década de los 2000, con el surgimiento de la revitalización de las Fiestas de Independencia, que los carnavales y las conmemoraciones volvieron a ocupar un lugar de prominencia para festejar el 11 de noviembre. Le puede interesar: Así nos liberamos del yugo español.

Para 1812, la Independencia ya era conmemorada con actos oficiales y jolgorio entre toda la población.

Los cabildos

Hoy día se conoce así a las agrupaciones barriales o institucionales que se forman para celebrar los carnavales y que los cartageneros se diviertan o expresen su creatividad, a través del performance. Sin embargo, en un principio, la palabra “cabildo” denotaba algo muy distinto y las celebraciones asociadas a ellos ocurrían en otras fechas.

De acuerdo con el Comité por la Revitalización de las Fiestas de Independencia, los cabildos en la Cartagena colonial eran las asociaciones de africanos esclavizados que poseían un origen común, fueran por su lengua, su cultura o su país de proveniencia.

Estas congregaciones, lideradas por un rey y una reina, existían por lo menos desde el año 1693 y la mayoría se ubicaban en el actual barrio San Diego. Se trataba de espacios “de ayuda mutua pero también de preservación y transmisión de lenguas, danzas, rituales y música, en un contexto de negociación y resistencia”, explica la gestora cultural Ruz Rojas.

Los carnavales que anteceden a los días de observación y recogimiento la Cuaresma son comunes en muchas localidades cristianas, particularmente en Europa y América Latina. Durante los días de carnaval de la colonia, los cabildos tenían la oportunidad de salir a divertirse, desfilar y actuar como personas libres, hasta cierto punto. No solo realizaban demostraciones de su cultura, sino que además se les permitía utilizar la ropa de sus amos (una idea que se remonta a las Saturnalias romanas).

Con el tiempo, los carnavales de Cartagena entraron en un proceso de olvido y decadencia y pasaron de ser un componente no-oficial del calendario litúrgico para trasladarse a los actos de conmemoración del 11/11/11. En ese contexto, y sumado a la abolición de la esclavitud en todo el territorio nacional, en 1857, la figura del cabildo se trocó en lo que conocemos hoy día: agrupaciones comunitarias de interés general con fines culturales.

Los lanceros de Getsemaní

Esta es una de las adiciones más recientes a la celebración; nació junto con los esfuerzos por revitalizarla a mediados de la década de los 2000. Cada año se eligen dos por cabildo, un hombre y una mujer. Su función es “encabezar la actividad festiva, liderar la celebración, estimular la participación y convivencia, promover el mensaje histórico de las Fiestas. Se recomienda tener en cuenta a las personas de la comunidad que han hecho aportes a la cultura, el arte, a los líderes sociales o a cualquiera que haya contribuido con las fiestas”, apunta Ruz Rojas.

La figura tiene su origen en un hecho histórico de la jornada del 11 de noviembre: la participación de los sectores populares durante el esfuerzo por declarar la independencia de España. En aquellos tiempos, Getsemaní era un arrabal habitado por las clases medias y bajas de Cartagena. Muchos de sus residentes eran artesanos dedicados a oficios varios como la herrería, la carpintería y la armería, todos con sus respectivos talleres ubicados en la calle del Arsenal. La mayoría eran mulatos o pardos (un término bastante amplio que designaba a las personas de piel oscura que no eran ni criollas, ni blancas, ni mestizas).

Entre ellos gozaba de gran popularidad un herrero, cerrajero y armero pardo llamado Pedro Romero. Él y los demás artesanos conformaron una milicia, llamada “Los Lanceros de Getsemaní” que sería clave durante la Independencia, puesto que gracias a ellos fue posible tomarse la sede del poder y forzar a la Junta de Gobierno, los representantes de España en la provincia, a negociar, consiguiendo así la separación completa de la metrópoli. Es en honor a esta movilización surgió la figura del lancero en las fiestas. Puede leer: Conozca la nómina que defendió al Corralito de Piedra.

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