Las ganas de abandonar los estudios universitarios surgen por muchas circunstancias: quizás es muy costosa la carrera, el pénsum no es lo que esperaba y se siente decepcionado; o siempre supo que ese no era su profesión, pero la eligió por complacer a terceros.
Las razones para rehusarse a cambiar son igual de variadas: puede que haya una necesidad psicológica de “terminar lo empezado” y evitar que sea una inversión perdida; tal vez el miedo a enfrentar a la familia es muy grande o sienta que con su carrera más deseada no tiene un futuro claro.
En suma, hay toda clase de motivos válidos para no cambiar de carrera, pero si se decide a hacerlo no lo haga con miedo y tampoco se considere un fracasado por ello. De acuerdo con un estudio del Centro Nacional de Estadísticas de los Estados Unidos, entre el 50 % y el 80 % de los estudiantes ha hecho el salto de carrera, por lo menos una vez durante su formación.
A la hora de decidirse tenga en cuenta los siguientes consejos para que el trasbordo sea lo más exitoso posible:
1. Si son carreras afines, asegúrese de averiguar cuáles de los créditos que ya cursó son homologables: la Universidad del Tolima define la homologación como “el reconocimiento de una asignatura cursada y aprobada por un estudiante que proviene de otra universidad, de otro programa de la misma institución o de una institución educativa debidamente reconocida y que acredita que los contenidos, competencias, resultados, intensidad horaria o créditos sean similares a los de la asignatura que debería ser cursada en el plan de estudios del nuevo programa al cual fue admitido”.
Entre más materias homologables compartan dos carreras, menor será la sensación de estar comenzando desde cero y menos tiempo efectivo habrá “perdido” en su elección inicial. Estas afinidades tienden a ser especialmente fuertes entre las carreras STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés). Le puede interesar: Orientación vocacional: el primer paso hacia el éxito profesional.
2. Tome la decisión lo más temprano posible: es una simple cuestión de tiempo y costos. Entre menos semestres haya cursado, menos dinero habrá invertido en una opción que para usted ya no tiene futuro y menos va a demorarse en conseguir un título para aprovechar oportunidades del mercado laboral más afines con sus intereses.
Por otro lado, probablemente terminará pagando más semestres de los que dura una carrera normal, en especial si la profesión que tiene en la mira poco tiene que ver con la que estaba estudiando.
3. Considere si sus finanzas se lo permitirán y postúlese a becas: cuestión de matemáticas y políticas. Si, por ejemplo, tenía beneficios con su carrera anterior, es muy probable que la universidad se los retire para ciertas profesiones o los limite según el número de semestres ya cursados.
4. Si su opción preferida no resulta financieramente viable, no dude en considerar carreras técnicas o tecnológicas: no sólo son más baratas y más cortas, sino que también están mucho más conectadas con el sector productivo y tienden a representar un paso mucho más rápido al mercado laboral.
5. Consiga asesoría: sea con la universidad misma o con otros estudiantes que ya han hecho el cambio. Ellos serán sus principales orientadores durante el proceso. Consultar a profesionales del nuevo área de su interés para revisar los campos en los que podría ejercer o las posibilidades de empleo también le será de mucha ayuda. Puede leer: Los préstamos son la primera opción para financiar los estudios superiores.