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Detener la trata de especies podría evitar futuras pandemias

Sacar a los animales de su hábitat sin ningún tipo de control puede ser nefasto para nuestra salud. La coyuntura provocada por el nuevo coronavirus es una muestra de ello.

El origen más probable del SARS-CoV-2 es el murciélago herradura, una especie originaria de China. En otras palabras, el Covid-19 es una enfermedad de origen posiblemente zoonótico, puesto que provino de un animal. Aún se desconoce cómo el coronavirus de esta especie logró saltar a los seres humanos; sin embargo, una teoría considera que la trata ilegal de especies pudo haber jugado un rol importante en ese proceso.

¿Qué es la zoonosis?

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), “las enfermedades zoonóticas son un grupo de enfermedades infecciosas que se transmiten de forma natural de los animales a los seres humanos, a través de la exposición directa o indirecta a ellos, los productos derivados de estos y su entorno”.

Ejemplos claros en Colombia son el dengue, el paludismo y el zika, enfermedades transmitidas por diferentes especies de mosquitos. Otras enfermedades zoonóticas conocidas incluyen la rabia (asociada principalmente con los perros), la leptospirosis (usualmente transmitida por las ratas), la gripe aviar (comúnmente causada por las aves de corral) y la triquinosis (típicamente a través del cerdo), entre muchas otras.

Para evitarlas, se recomiendan toda una serie de procedimientos de rutina: mantener a los animales sanos y vacunados e impedir que consuman productos potencialmente contaminados, si es criador; desinfectar y conservar adecuadamente todos los productos comestibles si es distribuidor y resguardar, cocinar y lavar bien cualquier alimento comestible antes de ingerirlo, si es consumidor.

¿Qué tiene que ver la trata de animales?

Una de las teorías es que el virus podría haber llegado no directamente a través del murciélago, sino de agentes intermediarios como los pangolines o las civetas, dos especies de mamíferos asiáticos que se encuentran amenazadas debido al comercio ilegal. Su manipulación por parte de personas inescrupulosas pudo haber sido el punto de contacto necesario para que el patógeno saltara a los seres humanos. (Lea aquí: Pangolines son portadores de coronavirus relacionados con el SARS-CoV-2)

Un aspecto comúnmente soslayado de las enfermedades zoonóticas es que, así como en la biología se habla de especies invasoras, también podría hablarse de “parásitos invasores”. Movilizar a un animal de un hábitat a otro implica traerse todos los microorganismos y, potencialmente, todas las enfermedades asociadas a él. La trata de animales extrae a un ser vivo de su hábitat sin ningún tipo control y en condiciones insalubres. Las consecuencias, como podríamos estar experimentándolo ahora, pueden llegar a ser nefastas.

De acuerdo con un estudio publicado por la Universidad Complutense de Madrid en el 2017, “el comercio ilegal de vida silvestre es uno de los factores de riesgo para la propagación mundial de enfermedades infecciosas emergentes y zoonosis”. El texto advierte, particularmente, sobre el tráfico de aves africanas y americanas como factor de riesgo en la transmisión de la gripe aviar, la clamidiosis y la enfermedad del Nilo occidental.

En el caso de la enfermedad del Nilo occidental, el ave en cuestión actúa como intermediaria entre el ser humano y el mosquito que alberga el virus que la provoca. Según el Centro para Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), este patógeno se ha detectado en 300 especies de pájaros distintas hasta la fecha.

Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), “cada año se comercializan de forma ilegal 1,5 millones de aves vivas, se matan más de 100 tigres, unos 30.000 elefantes, más de 1.000 rinocerontes y más de 100.000 pangolines”; si incluimos las otras especies de mamíferos, anfibios, peces y reptiles que cada año son transportadas de manera clandestina a lo largo del mundo, el resultado es un caldo de cultivo perfecto para que ocurran epidemias. (Lea aquí: Personas apoyan el cierre de mercados ilegales de especies silvestres)

A raíz de la posibilidad de que la pandemia de COVID-19 tuviera su origen en el comercio de pangolines y o civetas, varios grupos ambientalistas intentaron presionar a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés) para que enmendara sus tratados con un capítulo especial dedicada al vínculo entre zoonosis y tráfico de animales. Sin embargo, la organización se declaró incompetente en la materia, lo cual despertó críticas por parte de los mencionados grupos.

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