La base del crecimiento urbanístico es la adecuada identificación de los usos del suelo de un territorio, es decir, conocer su potencial y distribución para saber cuáles espacios se dedicarán a la construcción; cuáles son de alto riesgo y no deben habitarse, cuáles tienen potencial para la agricultura, cuáles necesitan de una conservación especial y demás.
Una vez que todos los posibles usos se hayan determinados, se puede establecer un modelo de desarrollo de ciudad consecuente con los resultados de ese análisis.
En el caso de Cartagena, las cosas no han ocurrido así por varias razones. La más conocida e importante, es que el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) se encuentra desactualizado: la versión vigente es del 2001. Este documento es “el marco legal que debe tener una ciudad. Es donde se fijan los usos del suelo y las pautas de desarrollo a largo plazo. Infortunadamente, los planes caen en desuso porque la dinámica de los centros urbanos cambia”, explica Ramón Torres Ortega, ingeniero civil y docente.
Normalmente, como lo señala Guillermo Ávila Barragán, secretario de Planeación Distrital, “un POT cuenta con un programa de ejecución para el corto (cuatro años), mediano (ocho años) y largo plazo (12 años). Los recursos económicos para los proyectos a gestionar se obtienen del presupuesto de los planes de desarrollo de cada una de las tres administraciones que los abarcan”. Efectivamente, la ciudad tiene un plan desactualizado hace siete años y que ha sufrido de múltiples traspiés para su renovación.
¿Qué más falta?
No basta con tener un POT bien hecho y al día. También es necesaria una documentación y legislación que le dé un soporte jurídico adecuado. “Deben implementarse una serie de decretos reglamentarios para desarrollar punto por punto el documento. Estos actos administrativos posteriores a la adopción del POT son los que permiten que se implemente el mismo y se ejecuten los instrumentos de planeación, gestión y financiación urbanística”, comenta el secretario Guillermo Ávila.
El crecimiento de Cartagena también está supeditado a otros documentos que dependen de la actualización del POT, como el Plan Distrital de Gestión de Riesgo, el Plan de Desarrollo en Movilidad, el Plan Especial de Manejo y Protección del Centro Histórico, el Plan Maestro de Drenajes Pluviales y todos aquellos que permitirían estructurar la ciudad de manera óptima para mejorar la calidad de vida los cartageneros.
También debe considerarse el desarrollo sostenible, que busca un equilibrio entre lo ecológico, social y económico, mediante la optimización del espacio. En términos urbanísticos, “esto se logra, por ejemplo, a través de un uso mixto y responsable del suelo como en los casos donde las zonas comerciales se entremezclan con las residenciales, en un mismo sector, ahorrando costos y gastos ambientales por el transporte”, explica Jesús David Torres Sánchez, arquitecto especialista en medioambiente urbano y desarrollo territorial.
El problema de Cartagena, según los profesionales Ramón y Jesús David Torres, es que la falta de planificación llevó a que ciertas zonas estén demasiado “compartimentalizadas”, unas demasiado entremezcladas y también están aquellas en las que se hace un uso indebido del suelo. En algunos casos, esto implica dificultades para desplazarse, imposibilita la ubicación espacial por nomenclaturas, da al traste con cualquier pretensión de orden urbanístico y en otros ha desembocado en graves problemas ambientales y de orden público.
Un último contratiempo es la falta de ética ciudadana a la hora de construir y de conservar la ciudad. “Por más que los urbanistas tratemos de implementar bien el POT, nada pasará si los cartageneros tampoco ponen de su parte”, explica el arquitecto Torres Sánchez.
¿Qué ha pasado con el POT?
Antes de la pandemia del Covid-19, el Distrito revisa los 13 productos del convenio con la Empresa Nacional Promotora del Desarrollo Territorial (Enterritorio), esto con la intención de rescatar lo que de ellos pueda ser útil para el proceso de actualización del POT. “Hemos encontrado mucha información de base en formulación, mucha cartografía, y parte de esto será lo que utilizaremos”, afirma el secretario de planeación Guillermo Ávila. Las sesiones serán retomadas cuando la emergencia por la pandemia cese.
“Creo que a veces hemos mirado al POT de manera muy local. Hay una tendencia a querer ‘inventar’ aquí cosas que ya se han probado en otros lugares donde se siguen estándares avalados internacionalmente, con las modificaciones adecuadas. Sería bueno investigar sobre referencias alrededor del mundo durante el proceso de planeación, para ver qué ha funcionado y qué no”, enfatiza Jesús David Torres.
Ciudades como Barcelona, Berlín, Brasilia, Buenos Aires y Medellín (ganadora del premio a la ciudad más innovadora en el 2013) son ejemplos mundialmente reconocidos de buena planeación urbanística.
Sea que posean un sistema de transporte eficiente, que se enfoquen en la sostenibilidad o en proyectos de gestión social para los más vulnerables, estas ciudades se caracterizan porque, explica Ramón Torres, “los usos del suelo están bien definidos y eso les permite un desarrollo sostenido. Un ejemplo es lo que ocurrió en Puerto Madero, en Buenos Aires, que era un sector parecido al mercado de Bazurto. Esa zona fue completamente transformada. No solo la convirtieron en un foco del comercio bonaerense, sino que además recuperaron ambientalmente el tramo del río de la Plata que pasa por ella”.