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Río cierra sus Juegos Paralímpicos ensombrecido por la tragedia

Río se dispone a cerrar este domingo sus Juegos Paralímpicos, los primeros en Sudamérica, que se anunciaban como un fracaso pero lograron seducir al público, aunque llegan a su último día teñidos de luto tras la muerte de un ciclista en la víspera de la clausura en el Maracaná.

Tras once días de competición dominados por China, la ceremonia que pondrá fin a los XV Juegos Paralímpicos de verano, y al ciclo de megaeventos en Brasil, comenzará a las 20:00 locales (6:00 p.m.).

En un espectáculo de dos horas que celebrará la música brasileña, Río apagará su llama y pasará el relevo a Tokio, sede de los próximos Juegos en 2020.

Pero en el templo del fútbol, abarrotado para la apertura el 7 de septiembre, el ambiente no será de fiesta.

Apenas un día antes, el atleta iraní Bahman Golbarnezhad, de 48 años, falleció durante la prueba de ciclismo en ruta tiñendo de luto a la familia paralímpica, que vivió la primera muerte en la historia de sus Juegos.

Durante la ceremonia se guardará un minuto de silencio por este deportista que competía con una prótesis en la pierna y perdió la vida tras sufrir un fuerte golpe en la cabeza al caerse de la bicicleta en un descenso.

Una "terrible tragedia que entristece los grandes Juegos Paralímpicos de Río", según describió el presidente del Comité Internacional (CPI), Philip Craven, que expresó sus condolencias tanto a la familia del ciclista como a toda su delegación.

Desde el sábado la bandera Paralímpica e iraní ondean a media asta, como también lo harán el domingo durante la final de voley sentado entre Irán y Bosnia.
   
PREOCUPACIÓN INICIAL
Antes de que se apague el pebetero, se decidirán igualmente las medallas de rugby en silla de ruedas y las tradicionales maratones en dos categorías femeninas y tres masculinas, de acuerdo con el nivel de discapacidad.

Como en los Juegos de Londres, China ha sido la gran triunfadora de la competición con 237 medallas (103 de oro), ocho más que hace cuatro años. Gran Bretaña, Ucrania, Estados Unidos y Australia completan el quinteto de honor, mientras que los anfitriones brasileños concluyen octavos.

Una fuerte preocupación precedió a los primeros Paralímpicos de Sudamérica, marcados por las grandes dificultades financieras, como consecuencia especialmente de los gastos imprevistos durante los Juegos Olímpicos de agosto y la falta de interés previo del público.

Y la ceremonia de apertura tampoco estuvo a salvo de la polémica: abucheos al controvertido presidente de Brasil, Michel Temer, la destacada ausencia del presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, o la bandera de Rusia, excluida de los Juegos por el escándalo de dopaje, apareciendo en el desfile de la delegación de Bielorrusia marcaron la inauguración.
   
ÉXITO DE PÚBLICO

"Hace un mes, estábamos en una situación extremadamente difícil, con sólo un 12% de las entradas vendidas", recordó Craig Spence, portavoz del CPI.

Al final, se vendieron más de 2,1 millones de tickets de los 2,5 que estaban disponibles. Al contrario de lo que ocurrió en los Juegos Olímpicos, donde algunos estadios estaban medio vacíos a causa de los altos precios para los brasileños, los Paralímpicos se convirtieron en un plan atractivo, y barato (entre 10 y 20 reales de media, de 3 a 6 dólares al cambio), para muchas familias.

Tanto que el pasado sábado se batió el récord de asistencia registrado en una jornada de los Juegos Olímpicos, 153.000 personas, con las más de 170.000 que acudieron ese día a ver competiciones paralímpicas.

"Lo que recordaremos de aquí es el ruido, la emoción y la energía de los brasileños", estimó Spence, subrayando que estos Juegos son "una ocasión única para cambiar la percepción de las personas discapacitadas".

En Río se batieron 103 récords del mundo, difuminando todavía más la frontera entre el olimpismo y el paralimpismo.

"Quedamos impresionados con esta experiencia e inspirados por la pasión de los cariocas. Ahora estamos todavía más motivados que nunca para ofrecer los mejores Juegos posibles dentro de cuatro años", aseguró Toshiro Muto, presidente del Comité Tokio-2020.

El paso de bandera entre las dos ciudades marcará también el fin del ciclo de grandes eventos que hicieron que el mundo mirara a Brasil.

Quedan atrás el Mundial y la Copa Confederaciones de fútbol, la cumbre de la ONU sobre medio ambiente Río+20, la Jornada Mundial de la Juventud con el papa Francisco, además de los Juegos Olímpicos. Todos concentrados en los últimos cuatro años bajo la sombra de la duda, los atrasos y el rechazo popular en protestas callejeras, pero que acabaron siendo un éxito.

Terminada la fiesta, al gigante sudamericano le toca ahora mirarse al espejo para tratar de superar las crisis económica y política que le sacuden desde hace meses.

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