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Orlando Oliveros y La máquina de la memoria de Gabriel García Márquez

Con motivo de los 95 años del natalicio de Gabriel García Márquez, la Fundación Gabo lanzó el libro digital ‘La máquina de la memoria’, de Oliveros.

Apareció recientemente, en marzo de 2022, el libro ‘La máquina de la memoria’, de Orlando Oliveros (Cartagena, 1993), que reúne textos alusivos a García Márquez, edición digital que la Fundación Gabo presenta en los 95 años del natalicio del autor de ‘Cien años de soledad’.

Conversamos con el joven periodista y escritor, editor y productor de contenidos del Centro Gabo, de la Fundación Gabo. Lea aquí: La vida entre los cables

¿Qué impacto tuvo al leer el primer texto de García Márquez?

-El primer libro de García Márquez que cayó en mis manos fue ‘Cien años de soledad’. Era una edición conmemorativa hecha por las academias de la lengua en el 2007 que mis papás habían comprado para reemplazar a otra más vieja del Círculo de Lectores que le habían prestado a un amigo. Cuando empecé a leerla, sentí como si me hubiese fulminado una centella. Quedé pegado al libro como quedan pegadas las personas que reciben una descarga eléctrica. Eso nunca me había ocurrido. Yo no era un gran lector entonces, pero leí la novela con una ansiedad y una pasión extraordinarias. Lo más impactante de aquella primera lectura fue darme cuenta de las semejanzas entre los habitantes de Macondo y mi propia familia. Advertí, por poner unos ejemplos, que muchos de los comportamientos maravillosos de mi papá son como los de José Arcadio Buendía, que mi abuela paterna se parece bastante a Úrsula y que en mis tíos hay ese gen magnífico por las empresas delirantes. Descubrí que los cuentos que escuchaba sobre El Difícil, el pueblo de donde soy, eran muy similares a los cuentos que echaba García Márquez.

95
años del natalicio de Gabo y 8 años de su muerte se cumplen en este 2022.

¿Qué hilos sueltos tejieron en conjunto, la madeja de ‘La máquina de la memoria’?

-‘La máquina de la memoria’ es un intento por contar a un García Márquez poco explorado por los críticos y los biógrafos. Lo hice, además, con una vocación narrativa, con textos que en todo momento buscaban quitarse de encima la aburrida y hermética losa del lenguaje académico. En mi libro hay historias sobre la relación de García Márquez con la vida extraterrestre, sus peleas con los diccionarios, sus luchas en favor de los derechos humanos, las amistades que lo formaron culturalmente, las obsesiones que influyeron en su obra y su pasión por la música, el periodismo, el cine y la investigación. Cada historia está basada en fuentes bibliográficas confiables, sobre todo en las entrevistas que el escritor colombiano concedió a lo largo de toda su vida y que la Fundación Gabo guarda en su archivo. Naturalmente, quedaron muchas historias por contar. Alguien como García Márquez, cuya vida y obra posee tantos rostros y manos, siempre tendrá algo nuevo que mostrar. Un segundo libro mío sobre él, por ejemplo, deberá abordar al detalle su vocación de cineasta. Hay tanta información al respecto, datos que todavía no se han mencionado, que tendría que dedicar un libro entero a esa pasión de Gabo. Lo mismo podría ocurrir si me enfoco en sus emprendimientos institucionales o su actividad como ciudadano crítico. En realidad, en la Fundación Gabo cuento con un archivo tan minucioso de García Márquez que casi podría construir una crónica sobre los vínculos de Gabo con cualquier cosa. Solo necesito tiempo y las ganas de hacerlo.

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¿Cuál de los personajes de Gabo tiene tanto de él mismo? ¿Y cuál de los personajes femeninos sintetizaría el universo de las mujeres del Caribe y por qué?

-Pienso que todos los personajes de García Márquez tienen algo de él. Es la naturaleza de la ficción literaria: el escritor fragmenta su vida en todos sus inventos. Gabo bien podría ser Melquíades, por aquello de que el sabio que cifró los pergaminos donde está la historia de los Buendía. También el coronel de ‘El coronel no tiene quien le escriba’, ya que mientras escribía esa novela vivía en la pobreza y esperaba, en su habitación de París, una carta con dinero que nunca le llegaba. O el patriarca de ‘El otoño del patriarca’, en el sentido de que la soledad de un escritor famoso es idéntica a la soledad del poder. Hay incluso un Gabriel en ‘Cien años de soledad’ que se ennovia con la hija de un boticario llamada Mercedes.

Por otro lado, definir cuál de los personajes femeninos sintetizaría el universo de las mujeres del Caribe resulta complicado. Creo que las mujeres del Caribe pueden ser de tantas formas que no es posible hacer una sola síntesis sin caer en una injusta generalización. Puedo hablar de personajes femeninos memorables, característicos por su personalidad indomable y caribe como Fermina Daza, Amaranta Úrsula y Nena Daconte. Otras mujeres como Úrsula Iguarán o la Mamá Grande son matriarcas emblemáticas alrededor de las cuales gira un mundo. La rebeldía de Rebeca Buendía, la áspera fortaleza de su hermana Amaranta, la lucidez de Remedios la bella... García Márquez creó unos personajes femeninos demasiado singulares y no podría señalar al más representativo. Lea además: Rituales de la hombría

Hallazgos
“He descubierto que García Márquez se ha vuelto un mito. Como editor del Centro Gabo, recibo constantemente todo tipo de mensajes de personas de todas partes del mundo que me cuentan su experiencia con la obra de García Márquez. Gente que se tatúa una mariposa amarilla o que cree encontrar la casa de sus abuelos en una novela de Gabo. Uno de esos mensajes lo escribió una dominicana que vivía en Tokio; decía que una mañana había visto a García Márquez en el metro rumbo a Shibuya. La mujer se abrió paso entre los japoneses que se amontonaban en el vagón y llegó hasta donde estaba el escritor. Entonces descubrió que lo que allí había era una figura de cuerpo entero de García Márquez hecha en cartón. Según contó, aquel encuentro le produjo una inmensa nostalgia por el Caribe. Así que le dio un fuerte abrazo a la silueta de cartón y no la soltó hasta que el metro paró en la estación. Eso no sucede con cualquier novelista”, Orlando Oliveros.

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