Los cinco libros de versos que escribió el célebre Tuerto López, cuyo nombre era Luis Carlos Bernabé del Monte Carmelo López Escauriaza (Cartagena, 1879-Cartagena, 1950), son el mejor retrato de la ciudad y sus contemporáneos, en la primera mitad del siglo XX. Sus poemas tienen una poderosa vigencia en la vida de la ciudad y sus habitantes, al cumplirse hoy 11 de junio 144 años de su natalicio.
Es el mejor poeta de Cartagena, no solo en esa primera mitad del siglo pasado, sino uno de los mejores escritores de toda la historia de la poesía de Cartagena y Colombia. López escribió sonetos y epigramas, y toda su poesía alude a Cartagena, su ciudad natal, el complejo y paradojal mapa natural y humano, lleno de contrastes de esplendor, ruina, orgullo y decepción, paradojas que él dibujó como en una delicada y desconocida acuarela de entramados de calles, paisajes del puerto, el mar, los viejos caserones coloniales, los portales, los aldabones de las mansiones de los virreyes, las claraboyas o los tragaluces, los zaguanes y los miradores, y el paisaje vespertino de los barrios de la ciudad, la tienda, el mercado, la ferretería, el almacén de abarrotes que tenía su padre Bernardo López Besada, que además de comerciante era notario público, un liberal que mantuvo su postura rebelde ante los políticos de la ciudad y el país.
Los poemas son también el retrato de sus habitantes por dentro y por fuera, como quien hace una disección profunda al alma de los cartageneros, con la desnuda mirada del poeta que era bizco, y con esa mirada abarcó toda la ciudad, fue el hombre que mejor descifró a Cartagena: el alcalde y el arzobispo, el cura y el monaguillo, el mercader, la ama de llaves, el empresario y el campesino, la muchacha de la aldea, la solterona, la esposa del burgués, la dama del club social, el amigo que tuvo sueños en su juventud y los vio ir a pique en una cotidianidad desencantada y rutinaria. Lea también: ‘Contando los oscuros peldaños del vacío’: el nuevo libro de Fredy Chamorro
La antigua casa natal que soñó comprar el poeta y murió con su deseo frustrado, similar a la frustración del sector cultural cartagenero que soñó hace más de medio siglo comprar esta casa en la calle del Tablón para erigirla como Casa Museo Luis Carlos López o en centro cultural. La casa ha tenido el destino de ciertas casas y ciertos sueños colectivos en Cartagena: ha sido la casa natal de un poeta, una vieja tienda atendida por el poeta y su familia en la que hay comerciantes y empresarios.
El poeta junto a sus hermanos fue pionero del periodismo local, y junto a Guillermo y Domingo, impulsaron la creación de la Unión Comercial, Diario de la Costa y El Universal. La casa ha tenido una vida distante de la poesía, convertida en el tiempo en una miscelánea comercial: almacén, tienda de licores, ferretería, etc. Toda la ciudad pasa por la acera y el frente de la casa del poeta y pocos descubren la placa de mármol cuyas palabras desdibujadas por el tiempo recuerdan que allí nació Luis Carlos López. Y junto a la plaza, está el soneto que le escribió el poeta a su propia casa.
Personajes en su poesía

El Tuerto López se mira al espejo, se ríe de sí mismo y de su ciudad, con sabia e inquietante mordacidad. Uno de los personajes de sus poemas están dentro y fuera de su casa, su calle, la plaza y el resto de la ciudad: Bernardo y Concepción, sus padres, Camila, la vecina más bella a la que describe como una mujer de brazos abiertos y piernas cerradas; Rosalbina, tal vez un amor imposible que retrata con una belleza luciferina de ojos de gato; su madre a la que evoca diciéndole que no se duerma sin rezar y sin persignarse; Juan de Dios, su amigo de juventud que ayer tenía quimeras moceriles “mitad suelo y locura, quimeras y quimeras de anhelos infinitos”, pero hoy, todo eso lo ha echado al olvido “como las piedras tiradas al mar”.
Hay poemas dedicados a personajes de la aldea como Casimiro, el campanero; el padre Donoso, Antonio Guerra, Teresita Alcalá, para citar algunos de ellos. Poemas dedicados a las calles del corazón amurallado, empezando por su calle natal, la calle del Tablón, siguiendo por la calle de San Agustín, calle Tumbamuertos, calle del Jardín, y amigos y contemporáneos del poeta como los miembros, asistentes o cercanos a la legendaria tertulia El Bodegón: Jacob del Valle Recuero, Luis Delgado Paniza, Manuel Obregón, Daniel Lemaitre, Benjamín Puche, Luis C. Visbal, José María Lozano, Rafael Mendoza Amarís, Nicolás (Nick) de Zubiría, Carlos M. Hernández, J. M. de la Espriella, Rafael Pinzón, Jorge Pareja Vélez, Luis A. Galofre, Raúl Porto del Portillo. También un poema a su hija Marina.
Núñez y La Pelada
El presidente Rafael Núñez es uno de los incontables personajes de los poemas del Tuerto López. Bernardo López, el padre, fue seguidor incondicional de Núñez, hasta que en el seno de su partido hubo una división y los nuñistas lo acusaron de haber traicionado los ideales del partido. Bernardo se unió a los disidentes. La ciudad fue sitiada cuando el poeta tenía seis años, precisa el investigador norteamericano James J. Alstrum, autor del libro y tesis laureada La sátira y la antipoesía de Luis Carlos López (1986). Por la memoria del niño resonaban los cañones de la ciudad en el Centro amurallado. Las fuerzas del gobierno central presidido por Núñez, fueron los que sitiaron a Cartagena.
El poeta evoca aquellos días y salva de la memoria a Antonia la Pelada, un personaje popular de aquellos años de su infancia, contemporánea de Núñez. Para burlarse de Núñez lo nombra en su poema Por el atajo: “De tiempo en tiempo “en el abril florido”/ bajo a mi villa... ¡Oh villa amurallada de San Pedro Claver, donde han nacido Rafael Núñez y Antonia la Pelada!”. Lea también: Es taxista y escribe libros del campo y la vida: él es Eusebio Julio
El poeta contó al periodista Romualdo Gallego quién era Antonia la Pelada: “Era una negra muy conservadora y muy simpática, demasiado popular, que por los años de 1885 y 1886 era muy vieja. Su pelo prieto de negra pura no crecía, por lo cual, la llamaban La Pelada: iba por las calles saludando a todo el mundo y danzando. Era una grandísima admiradora de Núñez, y cuando el cañón retumbaba en las refriegas del 85, Antonia la Pelada bailaba en las calles de la Heroica: un poco más descubierta que Tórtola Valencia, ebria de gozo por el triunfo. Era extraordinaria, un producto raro de Cartagena, como Rafael Núñez. Por eso la he colocado yo a su lado”.
Posturas difíciles

López hacía de cada experiencia humana, personal o familiar, episodio político o sentimental, materia prima de sus poemas. Su primer viaje a Bogotá a lomo de burro en 1908, antes de la aparición de su primer poemario, describe ese viaje en camino de Bogotá, con esta metáfora: “La carretera bajo la sombría ojera del crepúsculo, tenía color de cera sucia”. Cuando Miguel de Unamuno lee los poemas del poeta cartagenero celebra en una carta la grandeza singular del poeta en el ámbito hispanoamericano. Y el poeta con su humor satírico le dice que es “vasco por los cuatro costados”.
Los ancestros de López son españoles, Concepción Escauriaza, la madre tiene orígenes vascos. Sin embargo, López en su poema Española raza cuestiona su herencia española, el reverso y anverso de la moneda. y los personajes que vinieron de España a América. El poeta se anticipó a los movimientos poéticos que surgirían en todo el continente, como el movimiento de la antipoesía, animada por el chileno Nicanor Parra. López creó epígrafes apócrifos a sus poemas que atribuyó a Fray Luis de León, Quevedo, Víctor Hugo, Bécquer, Swift, Góngora, Humboldt, Núñez de Arce, Horacio, Felipe II, y legitimó con arte, la gracia, el ingenio e imaginación popular de Cartagena de Indias.