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El bullerengue en las buenas manos de Pabla Flores

Con pasión innata, esta mujer es la representante de un sonido que lleva consigo la cultura ancestral.

Los sonidos que hablan de identidad no se estudian, se llevan muy dentro, sin embargo, para llegar a ellos es menester un conocimiento pleno que va desde los valores, hasta el orgullo pleno que se puede sentir por la tierra de donde se proviene.

De nueve hijos fue la consentida de su madre, la que se quedó con el legado para no dejarlo perecer en el tiempo y si algo se puede asegurar, es que el bullerengue está en buenas manos, las de Pabla Flores, “La Payi”.

Las palabras de esta cantadora evocan el deseo de Eulalia González, su madre, la matrona del bullerengue, que a su vez es parte de la historia cultural de Marialabaja, ella vio en su hija madera para dar continuidad a su arte y así se lo hizo saber.

Ese canto que es tradición ancestral es interpretado por las mujeres mayores de una comunidad, quienes se hacen acompañar de los tambores, y Pabla mostró su casta desde temprana edad, siendo advertida por su madre, quien sintió que su llamado tenía eco.

El amor por nuestro territorio es muy grande, no permite borrar de la mente lo vivido”

Pabla Flores

En un acto de obediencia a su progenitora, decide dar respuesta al clamor que siempre escuchó y se involucró de lleno en la causa en el año 2006, precisamente cuando a “La Yaya” viajó a Mompox a recibir uno de sus tantos reconocimientos, pero como su salud ya empezaba a decaer, cantar no le fue posible.

Es de aclarar que el bullerengue pertenece a las mujeres mayores, sin embargo, todas las circunstancias apuntaban a dejarla encargada de esa tarea que para entonces aún la llenaba de incertidumbre. Era un compromiso con su cultura y su región, pero ante todo con su madre.

“Mi mamá componía versos, y me alentaba a hacerlo, pero yo no encontraba la forma para hacerlo, hasta un día que me inspiré en una alabanza a Dios y ese momento me llevó a pensar que se la misma forma podía empezar”, afirma Pabla.

El solo recuerdo lleva a esta recia mujer a entonar una de esas canciones infundidas por su madre, dejando sentado que su entorno es netamente musical, que su existencia ahora se debe a ese legado que se encarga día a día de perpetuar.

El fin de ese año, en medio de la euforia festiva y entre familiares, Pabla saltó al ruedo y le presentó a “La Yaya” una canción de su autoría con la tonada que ella acostumbraba a interpretar, despertando la emoción y la certeza de haber hecho lo esperado por todos.

El bullerengue en las buenas manos de Pabla Flores

Un compromiso social

Consciente de la responsabilidad encomendada, Pabla Flores ha sabido sortear esos momentos de incertidumbre que rodean a todos los artistas, pero que, tras una motivación, reactivan para regresar con más fortaleza.

La misión emprendida no sólo la involucraba a ella y su canto, su carácter facilitador la llevó a expandir el bullerengue y con la sana ambición, continuó con la idea de sembrar la semilla en quienes serán llamados en años venideros, los niños.

Pabla siempre tuvo el sueño de convertirse en educadora, no se le cumplió en su momento ni en medio de la enseñanza tradicional, no obstante, guiada por los juegos y rondas tradicionales que caen irremediablemente en el desuso, optó por adaptar esas canciones al bullerengue y con unos compactos dispuestos para distribuir, tuvo la fortuna de conocer a dos personas que hasta hoy la acompañan a materializar las ideas, al tiempo que le dan el valor merecido a su arte.

La intuición de Carmen Julia Miranda y Gustavo Cabarcas, creadores de la Corporación Buen Vivir, no falló y el concepto de instrucción imaginado por Pabla se materializó en la Escuela de Formación Integral Eulalia González, que, si bien empezó antes de pandemia, dio continuidad de forma virtual, que para sorpresa tuvo gran acogida con el taller inicial de un centenar de personas, en su mayoría extranjeras.

Actualmente la escuela cuenta con una sede propia en Marialabaja, se trata de la casa de “La Yaya”, donde 70 alumnos se instruyen basados en el colectivo “Pal’ lereo Pabla”, comandados por el percusionista Gregorio Pedroza y Cándida Villamil en la coordinación, además del equipo interdisciplinario de la Corporación que asume otras funciones.

El interés por aprender es general y a la escuela asisten niños desde los seis años. En la actualidad el árbol del bullerengue empezó a dar frutos y las niñas ya están aferradas al canto, de la misma manera desarrollan agilidad en la percusión, siendo convocadas para participar en festivales infantiles.

Pabla Flores se siente privilegiada, su misión tiene un rumbo definido a la vez que cumple la promesa que le hizo a su madre. De otra parte, siendo fiel a sus creencias, encomienda su trabajo a Dios, convencida de que el desarrollo del mismo se adelanta con su gracia.

La felicidad es inherente a esta mujer, lleva con orgullo su arte, y de la misma forma anida la esperanza de que en algún momento se valore más, que con más apoyo oficial esos músicos ancestrales puedan vivir de su oficio, porque allí está la raíz cultural de una Nación.

Bullerengue pal mundo

Y ahora el sonido se expandió, se trata del álbum “Bullerengue pal mundo”, un trabajo que ella define como maravilloso y del cual se desprende el sencillo “Rueda del fandango”, un llamado que se hace para que vuelvan a sonar los tambores.

Esta señal fue captada por el músico y cultor Boris García y su sello Heroicos Records, para darle camino a este tesoro que tiene raíces en Marialabaja y se complementa con la Escuela de Formación Integral Eulalia González.

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