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Ahmad Mohsen y Hernán Vargacarreño: secretos de dos traductores de poesía

Un traductor colombiano traduce poetas norteamericanos y portugueses, y un egipcio traduce a poetas del Caribe colombiano.

El joven poeta y traductor egipcio Ahmad Mohsen (El Cairo, Egipto) saborea de memoria cada palabra del poema ‘El dios que adora’, de Raúl Gómez Jattin, que tradujo al árabe. Lea aquí: La vida que trajo a Ahmad Mohsen de Egipto a Colombia.

Ahmad se apasionó temprano por el idioma español, al elegir Letras Hispánicas en la Universidad de El Cairo y Filología Hispánica en la Universidad de Salamanca. Los caminos lo llevaron a la poesía española, a descubrir a la Generación del 27, a Federico García Lorca y a Pedro Salinas, de quien mantiene un fervor por sus poemas de amor que desde que lo conoció empezó a traducirlos. Y su vínculo con España lo llevó a descubrir a poetas de Hispanoamérica con ancestros árabes como Giovanni Quessep, Raúl Gómez Jattin, Meira Delmar, para citar tres de ellos. Hace poco al traducir al árabe el poema El dios que adora, de Raúl Gómez Jattin, se conmovió al saber que ese poema tuvo un impacto enorme entre los lectores egipcios.

Mohsen ha descifrado los intersticios de la lengua castellana y de las jergas populares del Caribe colombiano. Su larga travesía lo llevó a Bogotá, Cartagena y Sincelejo. Ha descubierto en esta experiencia que hay expresiones, silencios, gestos y sonidos verbales que tienen diversos significados como el misterioso y poliédrico ajá de los cartageneros, o el ¡Oh! intimista de los sabaneros que empiezan una oración o una conversación con alguien anteponiendo el ¡Oh, Ahmad! Lea tampién: José Ramón Mercado, el poeta que resucitó

Traducir para él es descubrir la esencia de una lengua, pero en el caso especial de traducir poesía reconoce que es la mayor de las exigencias porque la poesía que se expresa en imágenes o en metáforas, es la decantación mayor del lenguaje. Sus maestros le sugerían empezar traduciendo narraciones antes de traducir poemas. Lee todo lo que se produce en poesía y narrativa colombiana.

Tanto Ahmad Mohsen como Vargacarreño son además de traductores de poesía, investigadores y poetas.

Hernán Vargascarreño, por su arte, de Zapatoca, Santander, 1960, con profunda cercanía en el Caribe desde hace más de treinta años, tradujo cuatro de sus poetas que más admira: a los norteamericanos Emily Dickinson, Édgar Lee Masters, al portugués Fernando Pessoa, al bengalí Rabindranath Tagore, y a la estadounidense Louise Glück. Había leído una traducción de los poemas de Édgar Lee Masters traducidos por un argentino. Abarcó veintidós poemas hasta completar más de doscientos de su clásico poemario Antología de Spoom Rivers, un poemario excepcional de epitafios en el que cada poema lleva el nombre de una persona que se expresa en primera persona.

Ahmad Mohsen y Hernán Vargacarreño: secretos de dos traductores de poesía

Hernán Vargascarreño, traductor y poeta.

El conjunto es un cementerio hablante, un poemario donde los muertos cuentan los episodios de su propia vida. Un poemario que según Hernán Vargascarreño tiene una cercanía con la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo, en donde los personajes están muertos, nos comparten su agonía y luego su muerte, pero siguen hablando más allá de la muerte. A Rulfo le encantaba este poemario.

Empecé leyendo a los poetas de España, hasta descubrir a los poetas del Caribe colombiano, entre ellos, a Raúl Gómez Jattin”.

Ahman Mohsen, traductor y poeta egipcio.

Tanto Ahmad Mohsen como Vargacarreño son además de traductores de poesía, investigadores y poetas. Vargascarreño es autor de País íntimo (2003), Piedra a Piedra (2010), Tempus (2014), El viaje (2014), Montuno (2016), El niño que no sabía jugar a la paz (2017), Cuerpo laborioso (2019) y Lectores (2020).

Los dos poetas y traductores, el colombiano Hernán Vargascarreño y el egipcio Ahmand Mohsen, compartieron sus experiencias en los conversatorios de Cartagena Sílaba de Agua 2022. Los dos descifran alfabetos al otro lado del océano.

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