Mientras muchos colombianos hacen la siesta en uno de sus momentos cotidianos de relajación, un grupo de ingenieros y científicos al otro lado del mundo jugaron una partida de póquer que carece en gran parte del azar, ya que fueron los responsables de que el telescopio James Webb (TJW) llegue a la órbita de Lagrange (L2), y así completar su periplo, 30 días después de ser lanzado.
(Lea: El porqué del punto Lagrange 2, destino del telescopio James Webb)
El TJW de la NASA está diseñado para estudiar los orígenes del universo y dar al mundo una visión sin precedentes de cómo comenzó todo. Una pregunta que desde las cavernas el humano se ha hecho al mirar al cielo. En estos momentos el telescopio está totalmente desplegado. Aproximadamente a las dos y media de la tarde de Colombia, luego de ser lanzado en ruta directa a la órbita de L2 y de hacer sus propias maniobras de corrección de empuje, el TJW llegó a su destino a 1.6 millones de kilómetros de la Tierra.
El trayecto no escapó de riesgos, ya que si recibía demasiado empuje del cohete Ariane, no hubiese podido girar para empujar hacia la Tierra y eso hubiese expuesto directamente la óptica y la estructura del telescopio al Sol. Esto hubiese sobrecalentado el artefacto y la partida terminaría. Para evitar que la misión se abortara, el telescopio obtuvo una ligera subestimación intencional de su propulsor y utilizó sus propios propulsores pequeños y propulsor a bordo para compensar la diferencia. Estas maniobras fueron llevadas a cabo por ingenieros en el Instituto Científico del Telescopio Espacial en Baltimore.
Orbitando en L2, ¿qué sigue?
Desde el halo de Lagrange 2, el TJW seguirá una trayectoria en constante alineación con la Tierra, rodeando al Sol como un chicle pegado a un hula hula en una cadera bailante, sin interrumpirse la comunicación radial con la Tierra. Los ingenieros afinan el espejo principal del telescopio, una malla de 18 segmentos de metal de berilio recubierto de oro que mide 6,5 metros de diámetro, mayor que su antecesor el Hubble, y así poder mirar más allá de las nubes gaseosas y polvorientas que tapan a esas primeras galaxias nacidas solo 100 millones de años después del Big Bang, suceso que en teoría sucedió hace 13,8 billones de años, el comienzo del universo.
El TJW orbitando en L2
Además, el TJW tiene como propósito hallar vida donde solo hay silencio y oscuridad. Mundos similares a la Tierra, similares a Titán, la luna gélida de Saturno o en los llamados exoplanetas. Pero, por el momento, el hito tecnológico catalogado como el telescopio espacial más potente jamás inventado necesitará uno meses para calibrar todos sus instrumentos y comenzar a operar a mitad de año.
En los próximos meses seguirán calibrando instrumentos del TJW, por ejemplo, los ingenieros comenzarán a activar el espectrógrafo de infrarrojo medio del observatorio, la cámara y otros instrumentos. La tijera que cortará el listón e iniciará su operación es cuando comience a mandar imágenes, dando muestra de que todo funciona adecuadamente.
¿Qué significa que operará en infrarrojo?
Webb necesita estar en el punto L2 para detectar señales muy débiles en el infrarrojo. Para ello cuenta con su parasol, una joya de la ingeniería que sigue aplaudiéndose en la NASA. Así como se alquila una carpa en la playa o se clava una sombrilla para protección de la inclemencia del sol, este mecanismo equivale a un factor de protección solar de un millón para evitar que el dispositivo se queme. De esta manera, el lado del telescopio que apunta al Sol estará a unos 85 ºC mientras que el lado contrario estará a unos -233 ºC; y el instrumento MIRI estará unas decenas de grados más frío porque además cuenta con su propio sistema de refrigeración.
El infrarrojo tiene particularidades sobre otras luces como la visible. Alejandro Rivera, ingeniero de la Nasa, explica lo siguiente: “El universo se está expandiendo y, por lo tanto, cuanto más lejos miramos, más rápido se alejan los objetos de nosotros, desplazando la luz hacia el infrarrojo. Esto significa que la luz que se emite como luz ultravioleta o luz visible se desplaza cada vez más hacia longitudes de onda del infrarrojo cercano y medio del espectro electromagnético. Por lo tanto, para estudiar la formación de estrellas y galaxias más jóvenes del universo, tenemos que observar la luz infrarroja y usar un telescopio e instrumentos optimizados para esta luz.
Y añadió: “La formación de estrellas y planetas en el universo tienen lugar en el centro de nubes densas y polvorientas, oscurecidas para nuestros ojos en longitudes de onda visibles normales. La luz del infrarrojo cercano, con su longitud de onda más larga, se ve menos obstaculizada por las pequeñas partículas de polvo, lo que permite que la luz del infrarrojo cercano escape de las nubes de polvo. Al observar la luz del infrarrojo cercano emitida, podemos ver el brillo de los procesos que conducen a la formación de estrellas y planetas. Finalmente, los objetos de aproximadamente la temperatura de la Tierra emiten la mayor parte de su radiación en longitudes de onda del infrarrojo medio”.
Alejandro Rivera, ingeniero de la NASA.